Las propuestas del gobierno de Estados Unidos se tornan cada vez más duras y exigentes, sin que existan bases firmes para tener esperanzas de que, en breve, se formalice un nuevo Tratado de Libre Comercio justo, equitativo y que beneficie a las tres naciones que lo integran.
Estas propuestas son coincidentes desde el inicio de las pláticas, al menos no hay evidencias de que México o Canadá pretendan lo contrario. Sin embargo, el gobierno de Trump está empeñado en imponer sus condiciones sin reconocer que existen problemas de ‘dumping’ en muchos productos y que, si existe una Organización Mundial de Comercio, que tiene la función de regular conflictos en prácticas de comercio desigual entre países miembros, sería imposible que las controversias se dirimieran en tribunales norteamericanos.
Después de tres rondas de negociaciones, realizadas en Washington, en ciudad de México y Ottawa, Canadá, las pláticas de las comisiones negociadoras, encabezadas por funcionarios del más alto nivel en la estructura gubernamental de cada país y la participación de expertos en materia de política, economía y comercio, se dan condiciones de “estira y afloja”, de falta de seriedad, de alargar los tiempos y de exasperar los ánimos, sobre todo de parte de EU.
Se dan casos, por ejemplo, de que los norteamericanos reclaman a México prácticas de ‘dumping’; es decir, que los mexicanos venden productos, sobre todo hortalizas y legumbres, carne en cortes y ganado, a precios por debajo de sus costos. Pero ellos, de manera flagrante, sí lo pueden hacer.
“En pocas palabras”, ellos sí lo pueden hacer. Efectivamente, nos venden vísceras, que son estómagos de reses y cerdos, carne congelada de muchos meses, sobre todo piernas y espaldilla de cerdo, leche en polvo descremada, realmente a precios por debajo de su costo.
La carne de cerdo que nos venden, por un total de 750 mil toneladas anuales, para los norteamericanos resulta un subproducto. Se quedan con los cortes que les interesan y con eso recuperan sus costos y tienen altas ganancias por el alto poder adquisitivo de los consumidores, de manera que, lo que sobra, les permite un amplio margen para vendernos a precios castigados, de dumping pues.
La entrada a México de este tipo de carne y vísceras, se convierte en intercambio desigual, desventajoso, de competencia desleal, que en poco tiempo puede llevar a la ruina a miles de productores agrícolas y ganaderos.
Con la leche ocurre un mecanismo similar. Estados Unidos nos vende más de 500 mil toneladas anuales de leche en polvo. Esta leche llega a México descremada. Si a un productor norteamericano le cuesta producir un litro de leche seis pesos, le separa la crema por el equivalente de cuatro pesos, restan dos pesos que es el valor resultante del suero que nos llega enriquecido con vitaminas, minerales y grasa vegetal, todo a bajo costo y lo comercializan como leche. Con ese tipo de productos tienen que competir los productores mexicanos; ellos ofrecen leche natural, con todos sus ingredientes, a un precio de seis pesos.
En el sector agrícola pretenden realizar investigaciones antidumping, de manera fundamental en cuanto al principal producto que nos compran, que es el tomate, seguido de calabacitas, brócoli, espárragos, coliflor y lechugas, entre otros. El mes que entra inicia en territorio norteamericano un largo periodo de bajas temperaturas, que se extiende hasta febrero y parte de marzo. Si no hay convenio, pues habrá no habrá hortalizas.
Se ha programado para el día 11 de octubre el inicio de la cuarta ronda de negociaciones, en la ciudad de Washington. Faltan planteamientos y discusiones de vital importancia, como ‘reglas de origen’ en materia de fabricación de automóviles, y el famoso Capítulo XIX, que se refiere a la discusión de controversias.
En México hay confianza de que el famoso TLCAN continúe por tiempo indefinido, sobre la base de que las tres naciones, en particular México y EU, se necesitan y simplemente el valor que se juega en el comercio bilateral, está por arriba de 530 mil millones de dólares. ¿Verdad que no nos va a doler?