Tenía la intención de escribir de esta semana acerca del priísta no tan priísta ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade. Tenía la intención de hacer notar lo evidente: ni siquiera Meade puede desaparecer décadas de mal gobierno priísta así como así. Pero ya todos han escrito acerca de este “destape” y mi única reflexión al respecto es que es muy irónico que el candidato “menos peor” venga esta vez con el peor partido posible. Pero si algo nos ha enseñado Andrés Manuel López Obrador (algo positivo), es a votar por el candidato y no por el partido. Digo, ese ha sido el argumento menos irracional de la “chairada” para justificar votar por un candidato cuyo partido gravita enteramente alrededor de él. Bueno, los demás podemos hacer lo mismo, supongo.
Pero bueno, Meade no me importa en este momento, ya los demás columnistas se ocuparán de él.
Quiero ocuparme de Andrés Manuel López Obrador. Sí, otra vez. Porque los medios están tan preocupados por el PRI que no parecen estar conscientes de que el tricolor no es la única amenaza.
En primer lugar, el papel que tuvo y tiene Morena en la aprobación de la peligrosísima Ley de Seguridad Interior.
Hay comentaristas, incluso en este mismo portal que achacaron al PRI y a sus rémoras (entiéndase Nueva Alianza y Partido Verde) de la aprobación de la ley que le da facultades al ejército y al ejecutivo que atentan directamente contra los derechos humanos. Pero, ya sea por omisión o abierto sesgo editorial, los medios omiten qué diputados coordinadores de qué bancada votaron a favor de esta ley. Se los dejo aquí:
Por si no fue lo suficientemente conspicuo, Rocío Nahle, coordinadora de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, votó a favor de esta ley, junto con el PRI, PVEM y NA. No les estoy mintiendo, ahí está.
Sé que aún así, varios de los más recalcitrantes defensores de AMLO no me creerán. Bien. Vayan a la página número 72 del proyecto de nación de Morena (http://proyecto18.mx/) y vean este párrafo.
De nuevo, ahí está, un párrafo entre 400 cuartillas de proyecto que dice la necesidad de la Ley de Seguridad Interior. Se los están diciendo en su cara. Aceptan un escenario donde el ejército está en las calles. No puede ser que solo al PRI se le achaque esta ley, sólo porque todos detestamos al partido en el poder y porque causa impacto mediático. Objetividad y sentido común, señores.
Sin embargo, algo que definitivamente me confunde.
Perdonar al narco.
“Vamos a explorar todas las posibilidades. Desde decretar una AMNISTÍA, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo.”
Ahí está el audio. De nuevo, en las tres cosas no les estoy mintiendo. Es lo que está pasando. Este es México.
¿Acaso soy el único que está loco? ¿Soy el único que ve con alarma que el puntero en las encuestas trate a los narcotraficantes como insignes justicieros sociales?
Quiero saber si periodistas asesinados como Javier Sicilia o Miroslava Breach, que perdieron la vida por exponer al narcotráfico y su relación simbiótica con el Estado, perdonarían así de sencillo a sus asesinos. Si las familias desplazadas, arruinadas por pagar “derecho de piso”, familias que han recibido a sus seres queridos en pedazos perdonarían así de sencillo al narco.
La tácita impunidad que actualmente el PRI le está ofreciendo al narcotráfico sólo se hará explícita con la amnistía que pretende dar López Obrador.
Es darle la espalda a todos los inocentes que han sufrido bajo este cáncer.
Esto no se puede malinterpretar, ni es mal menor. Es lo que literalmente está diciendo el dirigente de Morena.
Que nos quede claro: el narcotráfico seguirá operando con o sin el perdón de Andrés Manuel López Obrador. Mientras no usemos el cerebro para cerrarle el paso al narcotráfico, para debilitarlo, seguiremos siendo exactamente el mismo narcoestado de siempre. Voltear a otro lado no es opción.