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Cogito Ergo Sum

 

Morena: Intolerancia a la crítica

DOBLE FILO

Cogito Ergo Sum


Por: Héctor Castañeda






Morena: Intolerancia a la crítica

Imagine, lector apreciable, que usted me hiciera el favor de prestarme la cochera de su casa para un evento sencillo. En este mismo ejercicio, imagine que usted hace un reclamo sobre un aspecto que no le pareció y yo le respondiese con un “si no le gusta, se puede retirar”. Me atreveré incluso a preguntar ¿a quién le gustaría que llegara una persona ajena a decirle que se retire de su propia casa?

Este ensayo viene a colación debido a lo ocurrido el fin de semana pasado. Un video circuló en redes sociales donde José Ramón López Beltrán, hijo del (pre)candidato por Morena a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador y coordinador en el Estado de México, protagonizó un breve vislumbre del panorama venidero.

Ocurrió en viernes, en la ciudad de Toluca. López Beltrán encabezó una asamblea en una casa aparentemente prestada para tal fin. El objetivo de la reunión era definir a los coordinadores de organización del distrito de cara a los ya sucios comicios del próximo 1 de julio. En el video se puede apreciar a la ex candidata Delfina Gómez, que parece equilibrar muy bien su vida entre el activismo contra Del Mazo y sus actividades como aspirante a senadora por Morena, así como el ex panista y ex presidente municipal (recuerden bien este dato) Juan Rodolfo Sánchez Gómez, quien en diciembre desertó a su partido para contender nuevamente por la alcaldía, esta vez usando el color guinda del partido que se autodenomina como de “Regeneración Nacional”.

Pues bien, los militantes denunciaron que López Beltrán asistió con dos horas de retraso a la cita, arribando con un comportamiento agresivo y sin tolerancia. Si a ello le sumamos la inconformidad de la militancia morenista de imponer a un candidato que renunció a su partido a cambio de un hueso -una práctica de Morena que hemos visto demasiado los últimos meses con casos como Gabriela Cuevas y Cuauhtémoc Blanco-, es fácil imaginarse los ánimos de ese momento.

Ante los cuestionamientos y las críticas por la imposición de Sánchez Gómez por encima de morenistas de a pie que han apoyado sin chistar (y miren que hay motivos para chistar) cada uno de los dichos de López Obrador, la respuesta de López Beltrán fue un “la reunión es para otra cosa, no para esos temas, si gustan retirarse, gracias”. Por supuesto, por tantita dignidad, los habitantes del inmueble respondieron con un “órale, ya nos corrió de nuestra casa, ¿ya nos corres de la casa? Vete tú, llévate a tu invitado. Tú me corres de mi casa”. Críticas que, al igual como ocurrió con el padre del normalista de Ayotzinapa que criticó a AMLO en Nueva York, fueron sofocadas con el coro de “Obrador, Obrador”.

Pareciera incluso algo de manual. A la menor crítica, acallar las voces con el coro de AMLO. Existe un patrón, una conducta repetida, ahí.

Eso es Morena. Un partido cuyos seguidores, desde el más alto hasta el más humilde, no sólo persiguen y descalifican la crítica externa, sino que también sancionan la crítica interna. El candidato es quien yo quiera que sea, si no te gusta, vete a otro partido para que te descalifiquemos ahí como miembro de la mafia del poder. Si tienes la osadía de estar en desacuerdo con algunas propuestas de nosotros que evidentemente buscan recompensar a un grupo compacto -nuestro grupo compacto, y sólo por eso es válido a nuestros ojos-, te acusaremos de provocador, y la gente que no nos cuestiona se encargará del resto contigo. El fin justifica los medios.

Gente sin partido, que en su desesperación ante el mediocre y patético gobierno priísta ha considerado a AMLO como su última esperanza, no tiene más remedio que observar con hombros caídos cómo su partido abreva cada vez más y más miembros de la “mafia del poder” con el único fin de ganar votos. Aquí están los ejemplos con nombre propio y todo: Korrodi, Bartlett, Bejarano, Moctezuma, el mismo AMLO, Monreal, Guadiana, Evaristo Hernández Cruz, Martínez Garrigós, Cuauhtémoc Blanco, Calzada Rovirosa, Gabriel Tláloc Cantú, Montiel Amoroso, Alfonso Romo, Fernando Villarreal, Marat Rascón, Acosta Pérez, Rubén Castañeda, Fernando Tiscareño, Abril Gómez, Héctor de la Garza, Susana Escárcega, Jesús Luna, Luis Villalobos, Valencia de los Santos, Víctor Jurado Medina, Sergio Valencia, Gabriela Cuevas, Juan Rodolfo Sánchez…

Todos ellos rancios priístas, panistas y perredistas, justo la demografía que ataca AMLO, solo que cuando se unen a él, de repente, ya no son “mafia del poder” sino gente que “recapacitó”, “patriotas”. Estos “patriotas” obtienen su puesto o compiten por él contra los demás partidos, y AMLO absorbe sus votos. Ambos ganan.

El único que pierde es el pobre diablo que piensa que Morena es un partido diferente, cuando día a día se le demuestra con acciones que, si no es igual, es peor.

Si Morena está demostrando una intolerancia y un despotismo increíble en eventos compactos, sin tener demasiado poder, ¿Qué le espera al país cuando -o si- se sienta en la silla presidencial?

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