Los recientes acontecimientos sobre presuntos actos de corrupción y lavado de dinero, en los que se encuentran involucrados al menos dos de los contendientes a la Presidencia de la República, comienzan a ensuciar el proceso electoral 2018.
Para algunos analistas, lo que parece ser el inicio de una gran batalla llena de obstaculos, para otros representa tan solo una simulación, ya que los tiempos, las estrategias y los personajes que comienzan a vislumbrarse en la escena electoral, dicen mucho más de lo que parece. De tal suerte que algunas lecturas hacen ver en Ricardo Anaya al plan b del régimen, del sistema, del mismo PRI.
Lo anterior, debido a que hace unos días, entre las notas de mayor relevancia en medios nacionales fue el supuesto lavado de dinero por parte de Ricardo Anaya, noticia dada a conocer por dos personajes ahora fuera de escena, que dijeron supuestamente haber sido contratados para realizar trangulaciones de dinero. Lo raro de todo esto es que estas dos personas acepten que hicieron operaciones ilegales y acusen directamente a Ricardo Anaya de ser el beneficiario. Sin embargo hasta el momento, no se ha comprobado nada, se ha solicitado a la PGR atienda el asunto y se pronuncie al respecto, pero nada, todo paso de ser una gran nota a un asunto que no tiene mayor trascendencia.
Lo curioso de esto es que esta acusación coincidió con otra gran nota, la detección del desvío de recursos por parte de la Auditoría Superior de la Federación a Secretarias como SEDESOL y SEDATU durante la gestión de Rosario Robles, a la que se le acusa de simular contratos a través de empresas inexistentes o irregulares, lo mismo en la entrega de apoyos a beneficiarios de programas sociales, donde personas no localizadas o muertas ¨se beneficiaron¨, todo esto, por miles de millones de pesos, asunto nada menor, ya que se involucra directamente a José Antonio Meade, sucesor de Robles Berlanga al frente de SEDESOL.
Pero no hay mas allá, las acusaciones, desmentidos, notas colaterales, e investicaciones no dan para más, todo se queda en lo que fué, una nota que distrajo la atención de los mexicanos de forma momentanea. Que si Anaya fue quien ofendió al Subprocurador, que si fue Diego Fernandez de Ceballos, que si este fue al cumpleaños de Meade y son amigos, que si sacarán de la contienda a Anaya será solo matandolo, que sí el reclamo al Presidente por meterse en el proceso electoral, etc. Todo, absolutamente todo para algunos representa solo una simulación.
Y es que los numeros son muy claros, las preferencias electorales favorecen a AMLO, después a ANAYA y en tercer lugar aparece MEADE, luego entonces la estrategía que se dice estar implementando el PRI-Gobierno, es centrar la atención de una lucha intestina entre ANAYA y MEADE, sin mayores consecuencias, hacerlos ver como acérrimos rivales, hacer ver a ANAYA como martir de los embates del gobierno, el rival a vencer, el hombre pulcro, al que ningún delito se le podrá comprobar, etc. Todo ello con la intención de que no gane AMLO, todos menos él.
Nos dicen que hay diferentes mensajes que nos hacen ver que existe un régimen, un sistema que domina este país, ya que no hay procedencia en las grandes denuncias, ningún pez gordo cae, se pelean y apuestan al olvido. Basta ver la larga lista de candidaturas a diputados y senadores de los opositores al PRI, son los mismos pérsonajes que han estado desde hace algunos años en la escena política, solo que renovados.
Por ultimo, se hacen conjeturas sobre la lógica que la simulación en este proceso es muy clara, ya que la contienda real es entre dos, ANAYA y AMLO, por lo que en caso de que gane ANAYA, no se verá como fraude, ya que el fraude tendría que ser por parte del PRI-Gobierno, no así por un frente opositor, que se ha confrontado con el gobierno en turno y ha criticado su forma de actuar.
Lo cierto es que si Anaya no logra desprenderse de las acusaciones en su contra, quizá no solo sirva para restarle a la coalición Por México al Frente, sino favorecer aritmeticamente al PRI-Gobierno y lograr el objetivo de vencer a AMLO.