Salir a la calle y tomar el autobús, como cualquier persona. El chofer, como suele ser costumbre tiene su música a todo volumen, y ni bien había terminado de abordar la unidad cuando esta ya había arrancado. Me pregunto si esa persona considera que su actitud es correcta, o como mínimo, justificada.

El camión avanza a trompicones, embistiendo a peatones para que apuren el paso, mismos que pasan corriendo justo debajo del puente peatonal. Me pregunto si ellos consideran que no han roto ninguna regla en su vida. La unidad se pasa un par de altos, miro por la ventanilla y en un canal con escasa agua color marrón, se amontona una cantidad tremenda de basura. Comienzo a pensar realmente la situación.

¿Cuántos de nosotros pensamos que el gobierno es la causa y fuente de nuestros males? ¿Cuántos de nosotros, mediante un examen de consciencia, llegaríamos a la conclusión de que quizá el gobierno no es causa, sino consecuencia de nuestras faltas como sociedad? ¿Cuántos pensamos que merecemos un gobierno mejor? ¿Cuántos realmente lo merecemos? ¿Cuántos pensarían, después de tirar basura, darle mordida al de tránsito, meterse en la fila, marchar por “la familia”, pasarse un alto, molestar a los vecinos con borracheras entre semana y música a todo volumen, abusar de la confianza de la persona que les renta la casa o el departamento, saquear tiendas con cualquier pretexto, piensan que ELLOS están en lo correcto y que el gobierno es la única entidad coercitiva del Estado que hace algo mal? ¿Cuántos tienen la idea de que el gobierno debe “ayudar” o “apoyar” completamente ignorantes del hecho de que el gobierno, no ayuda, administra (y esto, eso sí, lo hace mal y corruptamente)? ¿Cuántos de nosotros asumimos la responsabilidad de ser materia prima y razón de ser de este país? ¿Cuántos de nosotros consideramos que por el simple hecho de ser mexicanos necesitamos que el gobierno nos facilite todo? ¿Cuántos de nosotros pensamos que está bien ser “vivo” o “buzo” (entendido esto como la astucia que usamos para salirnos con la nuestra, aún si ello implica romper con la moral y la ética)? ¿Cuántos de nosotros criticamos esa misma viveza en el gobierno cuando se abre un socavón o se destapa otra Estafa Maestra? ¿Cuántos de nosotros pensamos que nuestras acciones no tienen relación ni repercusión en lo que hace el gobierno? ¿Cuántos pensarán que, de hecho, somos así porque el gobierno es así? ¿Cuántos de nosotros comprarían un periódico como se vende en países europeos, abriendo la vitrina para sacar un solo ejemplar y dejar los demás? ¿Cuántos de nosotros nos pensamos muy “listos” al colgarnos de la luz o del internet pero calificamos de “pendejo” al presidente con su Casa Blanca? ¿Cuántos de nosotros tenemos la idea holgazana de tirar la basura en la calle? ¿Cuántos de nosotros reclamamos al gobierno cuando esa misma basura que nosotros tiramos tapa las coladeras? ¿Cuántos de nosotros leemos cuatro buenos libros al año, mínimo? ¿Cuántos de nosotros volvemos a calificar al presidente de idiota por citar mal tres libros que él haya leído (y con pésima ortografía el descalificativo, además)? ¿Cuántos de nosotros nos hacemos los dormidos cuando una persona embarazada o un anciano sube al transporte para no cederle el asiento? ¿Cuántos de nosotros nos indignamos porque el burócrata se hace el de la vista gorda con nuestro caso, cuando figurativamente también se hace el dormido con nosotros? ¿Cuántos de nosotros pensamos que Peña Nieto o Alfredo del Mazo son unos rateros mientras compramos ropa o discos piratas? ¿Cuántos de nosotros nos levantamos cada día pensando que somos los hombres y mujeres que el país tanto necesita? ¿Cuántos de nosotros nos levantamos conscientes de que aún nos falta mucho, demasiado, para ser los hombres y mujeres que este país necesita? ¿Cuántos de nosotros pensamos que el Estado es sinónimo de gobierno, ignorantes de que se compone de muchos más elementos en los que nosotros mismos formamos parte? ¿Cuántos de nosotros pensamos que una sola persona tiene la responsabilidad de enderezarnos como país, poniéndonos en riesgo de que esa persona necesaria sea un dictador que nos meta en cintura? ¿Cuántos de nosotros se deja llevar por el cuento de que, si el presidente no es corrupto, la sociedad no lo será? ¿Cuántos de nosotros somos conscientes de que los presidentes han llevado a cabo políticas diferentes? ¿Cuántos de esos presidentes han servido? ¿Cuántos de nosotros, en nuestra desesperación, depositamos confianza y hasta nos volvemos radicales defensores de algún candidato? ¿Cuántos de nosotros nos dejamos dividir por el político, enemistándonos entre mexicanos y etiquetándonos, sin tener ninguna idea de la vida del otro, con motes como “palero”, “chayotero”, “bot”, “chairo”, y un largo etcétera? ¿Cuántos de nosotros realmente dejamos que una sola persona nos diga quién es nuestro enemigo? ¿Cuántos de nosotros, después de un pleno análisis de nuestro comportamiento, nos daremos cuenta de que el gobierno no es causa, sino consecuencia? ¿Cuántos sabemos que el gobierno es la encarnación de todas nuestras fallas como mexicanos?