1 de julio de 2018

Las encuestas de salida, que se llevaron a cabo al cierre de las casillas de todo el país, dan como virtual ganador al candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué ocasionó que México terminara así? ¿Qué factores propiciaron el triunfo del tres veces candidato presidencial esta vez lograra alcanzar su ambición perseguida desde hace 12 años?

En primer lugar, el voto “millennial” fue determinante. Una amplia mayoría de votantes en esta elección experimentan por primera vez su capacidad de elegir en comicios federales. La figura de López Obrador, que fue vendida como en su momento la de Cuauhtémoc Cárdenas como “candidato antisistema” desde la segunda mitad de los años noventa. Por lo anterior, resulta obvio que la figura de Andrés Manuel se expuso durante dos décadas como la de ningún otro político, lo que hizo que fuese el candidato más identificable para los primovotantes.

Otro factor determinante fue que sus propuestas se vendieron como innovadoras. El 65% de la población mexicana actualmente nació después del sexenio de Luis Echeverría, y se encontraban en sus primeros años durante el sexenio de José López Portillo, ambos priístas. De hecho, una amplia mayoría de millennials nacieron bajo el modelo político-económico neoliberal, por lo que los problemas del país, con AMLO identificando al modelo neoliberal como la principal causa (en obras de López Obrador como Neoporfirismo, Oye Trump, 2018: La Salida) aparecen en sus propuestas con una estatización de la economía (manejada como fortalecimiento interno de la economía en Pejenomics 1 & 2 y Proyecto 18) resumida como “se va a consumir en México todo lo que se produzca en el país”, resultó atractiva para los jóvenes votantes.

Un factor sumamente relevante para el ascenso de López Obrador fue el hartazgo social ante una corrupción descarada y la cleptocracia priísta, la cual, aunada con la crisis de inseguridad propiciada por la fallida “guerra contra el narco” del ex presidente ex panista Felipe Calderón, fueron la gota que derramó el vaso en la sociedad mexicana. En este sentido, AMLO fue percibido como un candidato idóneo para acabar la corrupción (siendo esta de hecho la principal propuesta del candidato), con su doctrina de terminar con este grave problema “de arriba hacia abajo, como se barren las escaleras” (a pesar de que esa barrida no afectó a personajes como Layda Sansores, quien facturó 700 mil pesos con cargo al senado en tintes de cabello, bacalao noruego e incluso una cafetera facturada en 32 mil pesos).

A un nivel más amplio, el hartazgo mexicano se suma a una ola que tiene como común denominador el desencanto por la democracia. Fue el caso en 2016 con las elecciones estadounidenses y el Brexit en Reino Unido, 2010 en Hungría con Viktor Orbán, 2014 en Turquía con Recep Tayyip Erdoğan, entre otros ejemplos. En el caso de México, el Latinbarómetro reportó en su informe de 2017 que solo el 18% de los mexicanos estaban satisfechos con la democracia. El modelo de López Obrador, regresando la figura echeverrista del presidencialismo y la promesa de regresar un mayor poder al ejecutivo resulta la solución idónea para la ciudadanía.

Otro factor que era rumor y fue comprobado hasta apenas hace una semana, fue el estudio científico llevado a cabo por la universidad de Indiana donde se comprobó el uso de cuentas automatizadas que de manera sincrónica impulsaron tendencias a favor de los candidatos, siendo López Obrador el que más cuentas con contenido artificial tenía a su disposición, más del 68%. Muchos expertos en temas de seguridad informática y uso de bots, ataques DDoS y sockpuppets dentro y fuera de México señalaron que este patrón se había presentado en Estados Unidos, Inglaterra, Qatar y Myanmar para mover el discurso público en una dirección que en los cuatro casos resultó ganadora. En términos más mundanos, una teoría propagandística propuesta por el académico Harold Lasswell llamada “aguja hipodérmica” o “bala mágica”, sugería que un mensaje con destino específico es directamente recibido y aceptado en su totalidad por el receptor, por lo que si el receptor detecta una repetición de tendencia en redes sociales, tiene a asimilarla en su mundo real.

Por último, la tibieza de las campañas llevadas a cabo por sus adversarios, que a pesar de sus esfuerzos no solo no ganaron puntos en las preferencias, sino que los perdieron, contribuyeron a fortalecer la campaña de López Obrador. Las constantes rencillas de Ricardo Anaya con miembros de su propio partido, que ocasionó un éxodo masivo hacia Morena, y una campaña gris y desangelada de José Antonio Meade no fueron competencia ante el candidato que después de 12 años de incesante campaña logró encontrar el punto para calar en la consciencia de la ciudadanía.

Héctor Castañeda