La mayoría legislativa de MORENA en la representación popular mexiquense y las autoridades de la UAEM tienen desacuerdos nada favorables para las partes, pero adicionalmente la situación es menos explicable porque no existen motivos reales, ni diferencias insalvables para este desencuentro.

Por razones fáciles de percibir, como universidad pública, la Máxima Casa de Estudios del Estado de México podrá recibir un mayor apoyo presupuestal y político de una organización partidista de izquierda que de una de derecha, porque ésta fomenta la educación privada, donde forman los cuadros para sus gobiernos, como se vio en la anterior administración federal.

No hay discusión sobre la necesidad, ahora más que nunca, de fortalecer a las instituciones públicas de estudios superiores, tanto financieramente como en su autonomía frente a los poderes institucionales, partidos políticos de cualquier tendencia ideológica y poderes fácticos.

Las universidades públicas representan la única oportunidad para los jóvenes de familias de bajos ingresos de adquirir una sólida formación profesional, indispensable para poder aspirar con posibilidades de éxito a superarse en la vida, por lo cual la conveniencia de dotarlas de condiciones presupuestales y de respetar su autonomía para cumplir con esos objetivos resulta obvia.

Empero igualmente nadie debe oponerse a la transparencia, eficacia, racionalidad, honestidad y cabal rendición de cuentas del ejercicio de los subsidios estatales y federales en los centros de educación superior públicos, y de la calidad de la educación impartida. Y menos ahora cuando la repulsa a la corrupción condujo a más de 30 millones de electores a votar y llevar al triunfo a Andrés Manuel López Obrador.

En el caso del desacuerdo de los diputados locales de Morena y de las autoridades de la UAEM, lo motivan varios aspectos, entre los cuales destacan el tema de la autonomía universitaria y la propuesta de desconocer a los actuales órganos de gobierno. Se trata aparentemente de posiciones irreconciliables, pero no es así, porque el debate parte de una premisa falsa: no estamos ante una nueva ley, ni siquiera de un dictamen de la iniciativa presuntamente atentatorio de la autonomía constitucional de la UAEM. No está mal que se debata el tema, pero debe sustentarse en bases firmes.

La mayoría legislativa de Morena en la Cámara ha dicho que esperará la iniciativa de las autoridades universitarias y además organizará foros para recoger opiniones, para llegado el momento aprovechar lo mejor de todas las propuestas, para aprobar una buena norma, que garantice de verdad la autonomía frente a todos. Y es claro que el Legislativo no aprobará una disposición que desconozca a las actuales autoridades de la institución, como lo propone una iniciativa. Eso es absurdo.

Vale la pena reflexionar más sobre la autonomía de la UAEM, porque no siempre la han respetado los gobernadores, ni el gobierno federal, ni el PRI, quienes han utilizado a la institución para colocar a su gente. No debemos olvidar que fue usada por SEDESOL para la “estafa maestra”, sin que eso perturbara a nadie. En todo caso, mediante un diálogo desprejuiciado las partes pueden ponerse de acuerdo, en bien de todos.