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“El Yeti”, el “hombre de las nieves” de Toluca

Un poco de historia…


NOTICIAS

“El Yeti”, el “hombre de las nieves” de Toluca


11 de junio de 2019

Era 1964 cuando Rodrigo Sánchez Montes de Oca, con tan sólo 17 de años de edad, decidió emprender por su cuenta, el negocio de la venta de helados, oficio que gracias a “la tradición familiar” y a las ocasiones en que apoyó a su hermano mayor en la elaboración de éste producto, le despertó interés, pero sobre todo entusiasmo y ganas de salir adelante. Lo hizo con buena actitud, en una época donde la ciudad de Toluca, si bien no era la mejor para habitar, en términos generales, las condiciones en materia de salud, seguridad, compañerismo, etcétera, eran bien conocidas por quienes no eran oriundos de esta ciudad.

La genta era más plena en ese entonces, recuerda, difícilmente se podía encontrar casos donde existiera rivalidad y envidias, y aunque se compartiera el mismo oficio, más allá de ver a la “competencia” como contrincante era posible ver en esa persona, un compañero de trabajo, con quien podías compartir las mismas actividades y quizá los mismos clientes, asegura Rodrigo, fundador de una de las marcas de helados con mayor tradición y aceptación entre los toluqueños, debido al rigor artesanal con que todavía se producen.

Recuerda que en ese entonces, en sus inicios como heladero, solía recorrer un largo camino a pie con su carrito de helados hechos a mano, desde “la colonia Sánchez”, en la calle “Texcoco”, que era donde se ubicaba la primera heladería que su familia tenía y que de hecho ahí sigue.

En ese carrito que lo acompañó en tantas idas y venidas, únicamente cabían cuatro botes donde llevaba cuatro sabores, todos sin excepción al gusto de sus clientes, por eso no había ninguno que no se vendiera. Los sabores que le cargaba a su carrito, eran principalmente de mamey, limón, chocolate, piñón, rompope y nuez, variándole diariamente. Y si entramos en detalles, respecto a las preferencias de los clientes, lo que más gusta a los niños es la nieve de chocolate, vainilla, fresa, rompope, chicle y uva, mientras que para los adultos optan sobre todo por la de limón.

Rodrigo asegura que cada helado, desde siempre lo ha elaborado con fruta 100% natural, algunas que sólo son por temporada como la guayaba, el durazno o la mandarina y otras que se pueden comprar en cualquier temporada del año, lo cual es importante, pues asegura que se necesita cuidado y ser meticuloso para tener éxito en la elaboración y refrigeración posterior.

Rodrigo recuerda que una vez hacía su camino de trabajo hasta las fábricas del corredor industrial de Paseo Tollocan, hasta la altura de “”Nestlé”, tuvo la maravillosa experiencia de conocer a la mujer que la acompañaría el resto de los días y con la cual compartiría su pequeño emporio de helados en la capital, poco después de casarse, estamos hablando de su esposa: María del Socorro Díaz Maruri.

La conoció cuando un día como cualquier otro, y después ya de algunas repetidas veces de consumir nieve con él. Aquella vez ella se acercó acompañada de cinco amigas, le despachó un helado y desde ese momento hicieron “click”. Con el tiempo se empezaron a frecuentar más, Rodrigo le platicaba de su vida, al mismo tiempo que la invitaba a su nevería para ver cómo hacía los helados.

Al pasar el tiempo y ya con un poco más de ingresos gracias a su arduo trabajo en el carrito de helados y durante ese mismo año, abrió la que sería su primera nevería. En ese tiempo un día se encontraba viendo una película sobre el llamado “hombre de las nieves”, del cual también ya había leído un artículo en una revista sobre la extraña criatura de Nepal, que según cuenta la leyenda habita en las altas montañas de Asia, ahí donde nieva en cantidades majestuosas. La leyenda dice que a ese extraño ser se le conoce como “Yeti”, nombre con el que Rodrigo decidió bautizar su heladería-, por considerar que sería un nombre excepcional debido a la perfecta analogía que supuso (la de vender nieves). Esto sin pensar que con el paso del tiempo, y nacidos ya sus hijos y nietos, también despertaría en ellos el interés por continuar con “el negocio familiar”, sumando con su apoyo, cuatro heladerías más en diversos puntos de la capital mexiquense.

Al pasar de los años, Rodrigo y Doña Soco, tuvieron siete hijos, y conforme fueron creciendo, fue en la secundaria cuando cada uno aprendió a hacer helados, esto lo hacían los fines de semana que no iban a la escuela. El motivo de incentivarlos en este negocio, fue para que tuvieran algún sustento en situaciones difíciles, por lo tanto, en su negocio no hay “empleados”, es un negocio familiar.

“El cliente siempre ha podido encontrar un ambiente ameno y agradable para disfrutar su helado, si lo desea, sentarse y esperar a terminar”, así describe su negocio Rodrigo Sánchez Montes de Oca.

El proceso para la elaboración de cada helado, siendo el sabor que sea, es de dos horas; se elige la fruta a usar, dependiendo si se necesita leche, se obtiene de un ganado de vacas de las que es dueño.

En su haber, Rodrigo ha tenido el placer y el gusto de atender desde celebridades hasta exgobernadores y presidentes municipales. Como por ejemplo, en repetidas ocasiones, “Carlos Espejel” cuando vivía de pequeño en la capital mexiquense, acudió a degustar sus helados.

Una de las anécdotas que recuerda es haberle despachado al expresidente Enrique Peña, un helado de limón que al parecer es su favorito, así como a su tío Arturo Montiel, éste último en un evento realizado por el político Vicente Guadarrama en el municipio de Valle de Bravo. De igual forma, el diputado Cesar Camacho Quiroz, ha visitado la heladería para probar etas famosas nieves artesanales.

Aun en el gusto de chicos y grandes…

Con el paso de los años, Rodrigo se ha mantenido en el gusto de sus clientes, ya que hay algunos que vienen desde lejos para llevar o degustar en el negocio, algunas de sus deliciosas nieves.

En su local podemos encontrar helados de tan variados sabores, que al momento de elegir alguno, nos lo pensamos más de una vez, cuál será el correcto, o por el contrario, podemos ir con la firme idea de ir por un solo sabor en específico, pero al ver la gran variedad de sabores que tiene, tan solo mirando la lona pegada en la pared, donde leemos los 29 sabores, la certeza se convierte en duda...

Actualmente, la nevería ubicada frente al Teatro Morelos, en la calle, Lerdo de Tejada, la aperturó en 1998, teniendo ya 20 años de ofrecer de entre 29 deliciosos sabores de nieves totalmente hechas a mano, de entre las cuales se pueden destacar: chocolate, flor de nata, limón, mamey y queso.

Rodrigo ofrece a sus clientes de entre cuatro opciones distintas de llevar su nieve: un pequeño cono hecho a base de galleta, el cual le llama “gemelo” o “cuate”, con esa forma elaborada específicamente para que quepan dos bolas de helado. Pero también, y para quien no eligió un “gemelo”, tiene otras opciones que son igual de deliciosas y “crujientes”: como el cono típico que todos conocemos con esa forma puntiaguda o el cono dorado de tipo artesanal, elaborado a base de galleta y si los anteriores eran crujientes, éste lo es aún más.

No podemos dejar de lado la última opción para llevar helado de la nevería “Yeti”, la famosa canasta, la cual evita que se derrame la nieve una vez derretida, y a la cual le “caben” un poco más de deliciosas bolas heladas. Ahora que si no se te antoja ninguna de las opciones anteriores, Rodrigo te ofrece llevar una nieve en un “vasito azul”, como cuando salíamos de la escuela y mamá nos compraba helado con el señor que se ponía afuera de esta, esperando que los niños acudieran con él.

Pero también está la opción de un vaso chico y uno de 1/4 de unicel, acompañado de una “cucharita” para que lo degustes sin complicaciones. Y por último, para quien prefiere llevar el helado en casa para compartir con la familia o cualquier otras personas, le puedes decir, que te venda las bolas de nieve que desees en un vaso de ya sea medio litro y un litro. Todo por los precios que son desde los 15 pesos hasta los 120 pesos, dependiendo la opción que eljas al comprar.

Otra de las actividades que le ha permitido a Rodrigo seguir vigente en la venta de nieves, es la asistencia a eventos como en jardines, salones y otros de gran magnitud que le permiten seguir dándose a conocer, pero contratados debido al conocimiento de sus clientes sobre la calidad de sus helados.

En su nevería, Rodrigo tiene algunas sillas para quienes prefieren terminar su helado y disfrutar de una plática amena en compañía de la familia, el novio o novia, o los amigos.

Rodrigo argumenta que le pone pasión y empeño en cada sabor de nieve que hace, ya que desde muy temprano se levanta para tener la fruta lista, y comenzar la labor, y algo muy peculiar que identifica lo que vende en su nevería es que cada cliente termina completamente satisfecho de probar algo natural, sin nada de químicos o esencias que regularmente se podrían usar en la elaboración de helados industrializados.

“¿Cuando haces salsa en una licuadora y a molcajete y que sabes que le pones empeño y amor, dime cuál estará más sabrosa’”, es como Rodrigo explica la forma en que elabora cada una de las nieves que vende a pequeños y grandes.

“Tenemos un surtido de entre 29 sabores para que el cliente escoja su sabor favorito, remata.


 

Por: Víctor Jiménez González

Becario de Jóvenes Construyendo el Futuro


 

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