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Se les dijo

 

La prensa que “no se porta bien”

DOBLE FILO

Se les dijo


Por: Héctor Castañeda






La prensa que "no se porta bien"

A la luz de los acontecimientos recientes, tomo la decisión de retomar mi espacio de expresión, léalo quien lo lea, le guste a quien le guste. De alguna manera, siento que nunca debí abandonarlo. Ya un año “callando como momia” y así nos está yendo. Por lo tanto, el espacio se reconfigura para llamarse “Se les dijo”. Algo mucho menos sutil que el mantra cartesiano que aún sigo enarbolando, y que daba título a la anterior encarnación de esta columna. Pero ya no queda duda en esto. Y se les dijo.

Dicho lo anterior, espero que la plétora de estupideces del presidente me permita seguirle el ritmo.

Lo que va del sexenio ha sido extremadamente letal para los periodistas y para todo aquél que sienta una leve afinidad por la libertad de expresión, aún si esa libertad implica estar en desacuerdo con alguien que pareciera no permitir semejante sacrilegio a su persona. Casi ocho meses de gobierno y van diez periodistas asesinados, más de uno por mes y casi una quinta parte (insisto, en apenas ocho meses) de los que se asesinaron en el gobierno de Peña Nieto de TODO un sexenio (con 47 asesinados, dos periodistas cada tres meses). Ni siquiera en el sexenio de Felipe Calderón, que se caracterizó por su incompetencia en temas de seguridad, se han matado tantos periodistas.

Uno pensaría que cualquier jefe de estado con una capacidad intelectual relativamente básica se daría cuenta de que debe moderar su discurso para evitar que los comunicadores, tanto da si están con él o son sus críticos (que no es lo mismo que estar en contra, y algunos opinólogos apologistas de la 4T harían bien en conocer la diferencia), sean revictimizados y sean vistos como los “villanos” en este reduccionismo barato y ramplón que intenta llamarse gobierno federal. Cualquier jefe de estado con una capacidad intelectual relativamente básica incluso se daría cuenta que eso afecta su imagen tanto a nivel nacional como internacional.

No es el caso de este jefe de estado.

La revista Proceso desde su génesis en 1976 se ha caracterizado por criticar al poder (a TODO el poder). Evidentemente, su ética profesional los hace no cometer excepciones. Aparentemente, el presidente considera -por algún extraño procedimiento de alejamiento de la realidad en su cabeza- que goza de impunidad hasta de la crítica. Que se le regaló un país y sus voluntades. De manera que, cuando el semanario publicó una nota relacionada con Ricardo Salinas Pliego por su incidencia en la trama de la venta de Fertinal a Pemex (Petróleos Mexicanos), y ante su cuestionamiento en la “mañanera” del 22 de julio, la opción más lógica y madura en la que pudo pensar el presidente fue atacar a Proceso.

“Nada más no olvidar, la revista Proceso no se portó bien con nosotros… Estábamos buscando la transformación y todos los periodistas de la historia han apostado a la transformación”, fue su respuesta.

Acto seguido, cita a Zarco y Flores Magón, omitiendo un pequeño detalle histórico. Y es que el contexto lo es todo. A los periodistas que menciona tomaron partido porque así era la prensa de la época. Era algo más ideológico y panfletario que informativo, lo cual respondía a los nacionalismos del siglo XIX que terminaron de cuajar a principios del XX. De hecho, este periodismo militante tan extendido fue una de las causas del conflicto entre William Randolph Hearst y Joseph Pullitzer, que terminaron enfocando sus editoriales a atacarse mutuamente, y que el New York Press tomara partido al tachar a ambos de “amarillos” (yellow en el slang de la época significaba ruin o desleal).

Estamos hablando, pues, de un periodismo de bandos, al que el presidente que se hace llamar a sí mismo “progresista” (aunque no he visto ese progreso en ningún lado hasta ahora) añora. Uno en un siglo distinto con una mentalidad distinta y que funcionaba en su contexto para los políticos, un periodismo que era más bocina que periodismo. Quizá por lo mismo lo añora.

El modelo de periodismo objetivo, que muchos medios se esfuerzan en alcanzar fue más tardío, con periódicos como el New York Times. Acá muchos medios aún seguían constreñidos a las presiones o corrupción priísta (se portaban bien con el PRI, vaya, que, de nuevo, parece ser a lo que quiere volver Andrés López), pero aún en ese contexto, aún con esa libertad de expresión tan asfixiada, existían medios críticos y objetivos. En Nuevo León, El Norte; en Sonora, el Imparcial; en Coahuila, El Siglo de Torreón. A nivel nacional, como lo menciono, Proceso.

De manera que esto le debe quedar bien claro al presidente: NO es trabajo de la prensa portarse bien. Con nadie.

Absolutamente con nadie.

Los errores se señalan, porque los errores de los políticos inciden en el destino de millones de almas. Y la llama Cuarta Transformación anda sobrada de errores. Básicamente establecen un récord en eso.

Señor presidente, empiece a comportarse como alguien de su edad y acepte los errores por los que se le señala, solo el necio mira el dedo de quien le señala la luna. Usted va más allá, no solo mira el dedo, sino lo ataca. Entienda que si accedió el poder fue en parte gracias a la prensa crítica e independiente, esa prensa que no se portó bien con Peña y sus antecesores, que denunciaron esos malos gobiernos del pasado que USTED se comprometió a no repetir sus fallas.

En lo personal, no me porté bien con Peña Nieto cuando, al término de mi vida académica, ocurrió Ayotzinapa, la tesis plagiada, la invitación a Donald Trump a suelo mexicano, el socavón de Cuernavaca y otros tantos ejemplos de su ineptitud y corrupción. Me porté demasiado bien con usted cerrando mi columna en lugar de señalar el alud de ocurrencias que nos tienen entrando en recesión y en una polarización social de la cual usted y sus propagandistas son responsables.

La prensa crítica ayudó a que se sentara en la silla presidencial por su cobertura, no porque fuese simpatizante (si bien estoy consciente de que muchos medios buscaban desplazar a los chayoteros priístas para tener ellos el chayote). Los medios realmente críticos no simpatizaban con usted, denunciaban a los corruptos antes de usted.

Usted menciona que “es muy cómodo decir ‘que soy independiente’ o ‘el periodismo no tiene por qué tomar partido”, lo cual es estúpido. Ahora menos que nunca es cómodo “agarrar parejo”, porque justamente ese discurso polarizante se mete en sus seguidores, más acostumbrados a pensar con el hígado que con el cerebro, aquellos para los cuales existen dos bandos. Aquellos para los que resulta imposible ver que ninguno de los dos pastos es más verde porque no han alcanzado el nivel mental de subirse en la cerca y comprobarlo ellos mismos. Aquellos que se alegran por “un año de que ganó AMLO” pero son incapaces de decir una sola cosa buena que esté dejando su gobierno, aquellos cuya mente es tan básica que sólo cabe en ella conceptos como “liberales o conservadores”, “pueblo bueno o fifís”, y que en ese arrebato, en esa rabia incoherente, atacan, amenazan y acosan a quien tenga las pelotas de señalar que usted está mal. No es cómodo, jamás es cómodo, pero porque los periodistas no somos héroes. La realidad es más compleja que eso, solo respondemos a la verdad; y la verdad, en este momento, no lo favorece.

Y no vamos a dejar de “portarnos mal”. Así que le conmino a dejar de pensar que sigue en sus doce años de campaña y empiece a actuar como un estadista, porque además del caos que llegó prometiendo “arreglar”, está creando más. Algunos de nosotros no estamos dispuestos a volver a la época del “sí, señor presidente”, del priísmo más terrible que nos tocó.

Addendum: Hace unos minutos se dio a conocer el asesinato del periodista Guerrerense Rogelio Barragán. Van 11. Me pregunto si Barragán se portó "bien o mal" para la torcida moral del ejecutivo.

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