Las señales de alerta se prendieron y no debemos dejarlas pasar: México podría sufrir la separación de alguno de los estados del Norte, como ya ocurrió en 1836 cuando Lorenzo de Zavala - un político resentido- impulsó la independencia de Texas, preparando el camino para su anexión a Estados Unidos de Norte América en 1845.

En fechas recientes el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado llamó a los gobernadores a un nuevo Pacto Fiscal Federal para recuperar la equidad, garantizando más justa y oportuna distribución de los ingresos fiscales, de lo contrario –dijo- se saldrían los que pudieran en función del propio PIB y sus capacidades económicas y productivas: “no veo de otra y no veo signos de que esto vaya a cambiar”.

Lo anterior se suma a toda una serie de declaraciones de políticos y personajes, como es el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, quien ha dicho que los estados del norte mantienen a los del sur como Chiapas o Oaxaca, que aportan muy poco al PIB, son una carga y deberían separarse de México.

Pareciera exagerado, pero en 1836 Lorenzo de Zavala –nacido en Yucatán- fue apoyado por el gobierno de EEUU con armas para enfrentar al general Antonio López de Santa Ana, quien había iniciado una expedición para acabar con los levantamientos separatistas. Libraron diversas batallas como la del Álamo, que sirvió de pretexto para que el vecino país le declarara la guerra a México.

Zavala, quien era liberal férreo, participó en todos los procesos de la independencia, incluso fue diputado en las Cortes de Cádiz, junto con Miguel Ramos Arizpe, también conocido el “Padre del Federalismo”; no pudo llegar a presidente o vicepresidente, sino a ministro de Hacienda en el gobierno de Vicente Guerrero, por lo que acumuló diversos resentimientos.

Sorprende a muchos que un liberal de ese tamaño decidiera apoyar un plan para traer colonos estadounidenses que engañaron a las autoridades mexicanas quienes los dotaron de tierras y exención de impuestos por 7 años, a cambio de que adoptaran la nacionalidad, cambiaran su nombre por el equivalente en idioma Español y profesaran la fe católica. Falsificaron documentos y prepararon el plan que para cuando Santa Ana se dio cuenta, ya era demasiado tarde y se perdieron 695 mil kilómetros cuadrados.

Al morir en 1836, dejando sentadas las bases de la República de Texas, fue considerado como un traidor en México y un héroe en Estados Unidos de Norte América.

Lorenzo de Zavala y Sáenz, como era su nombre completo, tiene algunas similitudes con Javier Corral: ambos políticos brillantes; ambos periodistas; ambos ambicionaban el poder presidencial; ambos dijeron sentirse desilusionados de la forma cómo se manejaba el país; ambos con arraigo entre la población y ambos vivieron una coyuntura que daba las condiciones para dividir al país.

Desconozco si Javier Corral cuenta con el apoyo del presidente Donald Trump, como en su momento lo tuvo Andrew Jackson con Zavala, sin embargo han surgido varias voces de peso en ambos lados de la frontera que llaman a no perder atención de estos personajes que han demostrado trabajar para intereses contrarios a los de nuestro país.

Por otro lado, un personaje que causa preocupación es el senador de Nuevo León, Samuel García, quien entre sus diversos ataques al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sostiene que las entidades del norte mantienen a las del sur, son inútiles e improductivos y por ello deberían separarse del país.

El movimiento no es pequeño y al otro lado de la frontera el candidato a senador por Arizona, Daniel Mcarthy propuso anexar a México como medida para acabar con la migración. Nuestro país siempre ha estado dentro de las ambiciones de E.E.U.U.

Javier Corral es el político conservador con mejor imagen dentro del PAN, por su visión reformadora, beligerancia e inteligencia para debatir asuntos públicos, muy superior a figuras relevantes del panismo.

Tal beligerancia hizo que en enero del 2018 el panista llamara una segunda Revolución Mexicana, como la de Pancho Villa, pero a través de las ideas y las instituciones para exigir lo que les corresponde. Cabe mencionar que Javier Corral nació es texano de nacimiento, pero naturalizado mexicano.

Me viene a la mente un chiste que cuenta con singular simpatía el experimentado embajador Walter Astie-Burgos: una vez un grupo de políticos mexicanos –conservadores- se cansaron y fueron a la Casa Blanca para proponerle al presidente que estaban dispuestos a entregar el territorio nacional; el mandatario aceptó condescendiente, sí -afirmó- pidió que solo firmaran algunos documentos y listo, México era parte de la Unión Americana; solo hizo una última pregunta: ¿quándo salir los meccicanous para ocuparlo nosotros?.

Desde que nos liberamos del dominio español, los conservadores han insistido en cada periodo de la historia en entregar el país a las potencias extranjeras: tal vez por dentro busquen ser dominados y ser ciudadanos de segunda. Estemos atentos.

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