La oposición de derecha, unida con la que se reclama de izquierda y la ultraderecha empresarial, hermanadas en su intento de descarrilar al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, tienen la mira puesta en el 2021, en esa lucha por el poder, el modelo económico y la orientación del rumbo del país, iniciada hace 14 años, acentuada en 2006 y resuelta en su primera fase en 2018, con la derrota temporal de esas fuerzas.

En el 2021 se efectuarán elecciones legislativas federales y locales. Se renovará la Cámara de Diputados Federal, donde MORENA y sus aliados tienen mayoría calificada, como no la tiene en el Senado, cuya correlación de fuerzas permanecerá como ahora hasta septiembre de 2024, porque no habrá antes elecciones senatoriales.

MORENA arrasó en las elecciones federales y locales de 2018, con su resonante triunfo en la presidencial, en esa lucha por el poder y la forma y fondo de ejercer ese poder, pero ganar la titularidad del Poder Ejecutivo no representó conquistar de una vez y para siempre la totalidad del control político y mucho menos derrotar definitivamente a los intereses económicos usufructuarios del neoliberalismo y sus brazos electorales o suprimir sus ambiciones de reconquistar lo perdido.

En este escenario y con el convencimiento del inevitable desgaste en el ejercicio del poder, los partidos de oposición, en la cual marcha a la cola de los de derecha el PRD y el MC, preparan desde ahora la lucha por arrebatarle a la alianza partidista encabezada por MORENA la mayoría en la Cámara de Diputados Federal y en las legislaturas locales, como es el caso principalísimo de la del Estado de México.

Mediante la deserción inducida o convencida de diputados locales para ingresar al PAN y al PRD la oposición logró destruir la mayoría absoluta de MORENA en la representación popular mexiquense y los esfuerzos de los patrocinadores y financiadores de estas maniobras se dirigen ahora a quitarle la mayoría calificada a esa misma coalición legislativa. No quieren esperar hasta el 2021.

Como es bien sabido que las luchas electorales, independientemente de si son federales o locales, se deciden en los territorios municipales, la conservación de la mayoría legislativa y de los ayuntamientos de MORENA en el Estado de México dependerá del desempeño de sus ayuntamientos. Y en estos momentos muy pocos ofrecen resultados altamente satisfactorios, y son muchos los que no están respondiendo a lo que de ellos esperaban los votantes.

Perdieron ya 10 meses en la curva de aprendizaje, pero ese no es todo el problema, pues lo más grave es que a muchos alcaldes, síndicos, regidores y funcionarios municipales de designación no dan muestras de interesarles contribuir al logro de los objetivos estratégicos de MORENA a escala nacional, o de la 4T, porque muchos no se han despojado de su ideología de antes, cuando militaban en el PAN, PRI o MC.

Algunos gobernantes municipales morenistas han militado en todos o casi todos los partidos políticos, y por su desempeño parece que acumularon los vicios de cada una de sus ex organizaciones políticas, a lo que se agrega la ausencia de un eficaz dirigencia partidista, lo que alienta justamente a la oposición a aliarse en 2021 y 2023. Por ello no es descabellado sostener desde ahora que MORENA puede mantener en esos años su condición de primera fuerza electoral en el Estado, pero sin los mismos espacios de poder de ahora.