14 de mayo de 2020
Desde antes de la pandemia, repartir comida con la plataforma Ubereats se convirtió para Alán, en una alternativa laboral emergente ante la escasez de empleo y los bajos sueldos en el Valle de Toluca, sin embargo con el transcurrir de las semanas y en medio de la más inusitada contingencia sanitaria mundial, los despidos masivos y la parálisis social, su empleo como “repartidor”, está resultado una joya envidiable, salvo por dos riesgos: los contagios potenciales y la inseguridad.
Para contrarrestar el primero, que podría ser mortal, Alan lo combate con una intensa y frecuente sanitización de todo su equipo y medidas de autoprotección rigurosas, costeadas por su mermado bolsillo, mientras que para el segundo, todo indica que solo podría funcionar una cosa: la suerte.
Luchando por sobrevivir a dos pandemias, el Covid19 y la inseguridad creciente en Edomex y particularmente en Toluca, los repartidores de comida, van y vienen por una capital atrincherada donde ante el creciente aumento de la estadística del coronavirus (6 mil 813 casos confirmados a nivel estatal y 238 en Toluca, con 14 decesos), se posicionan como trabajadores indispensables, pero casi invisibles.
A dos meses de que se puso en marcha el distanciamiento social y la gente sobrevive en el encierro hogareño, TheObserverMéx obtuvo el testimonio de Alan y Alejandro, repartidores de Ubereats, quienes al igual que miles quienes integran el sector informal (más del 50% en México) no pueden darse el lujo de asumir el “Quédate en Casa”, pues el hacerlo, se traduciría para ellos, paradójicamente, en un “Quédate sin comer”.
Y es verdad. Los datos más recientes disponibles en materia de pérdida de empleo en el país, indican que del 18 de marzo al 28 de abril, ya se habían perdido en México 707 mil 505 empleos formales, de acuerdo a un reporte del IMSS, mientras que a nivel estatal se estimaban unas 18 mil personas que se quedaron sin trabajo desde que inició la contingencia, según lo declarado hace una semana apenas por el presidente de la 60 Legislatatura Local, Maurilio Hernández.
Esto mientras que la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo, ya había recibido hasta el cierre de abril pasado, al menos 3 mil 800 denuncias por despido injustificado en todo el país.
En medio de este panorama de incertidumbre laboral, Alan y Alejandro son ahora de los pocos trabajadores en México, que no obstante no tener una remuneración fija, tampoco se han quedado en la calle. Estos son sus testimonios.
Alan Gómez, de 21 años de edad, asegura que el trabajo ha aumentado a raíz de la contingencia por el Covid-19.
Actualmente, Alan está dedicado de tiempo completo a la entrega de comidas. Y uno de los factores que considera negativo por parte de la empresa, es que no le facilitó material de prevención como cubrebocas, gel antibacterial o mascarillas. Sin embargo, él tuvo que comprarlo por su cuenta para que posteriormente, -según Ubereats-, le hiciera el reembolso.
El punto que destaca a favor, es que desde el inicio de la fase 1, la plataforma los mantuvo al tanto mediante mensajes y noticias, que le permitieran extremara sus precauciones.
Alan ya trabajaba en Ubereats desde antes de la pandemia, y emplea un horario de martes a domingo, y se toma el día lunes, ya que considera que no hacen suficientes pedidos, normalmente desde las 14:00 hasta las 22:00 horas, y entre tiempos libre come algo en la calle.
Su medio de transporte es una motocicleta, pero al trasladarse a lo largo del Valle de Toluca en todo momento, esta resulta medio de contagio, por ello, Alan lava su motocicleta una vez a la semana, y desde su punto de vista, con ello, no corre ningún riesgo, pues como nadie la toca, la probabilidades de contagiarse de Covid-19 son casi nulas.
Detalló que la mochila en la que transporta los alimentos, la sanitiza antes de salir de cada restaurante donde recoge el pedido antes de la entrega.
Consigo trae guantes esterilizados y una botella con gel antibacterial para usarla cada vez que entra en contacto con dinero o superficies de uso común, además de portar en todo momento un cubrebocas, el cual no se quita ni cuando conduce la moto, pues ahora que los contagios por coronavirus están en su máximo pico de transmisión, sabe que la posibilidad de adquirir el virus es mucho mayor.
Los comensales, como se les llama a los clientes, también han decidido tomar sus propias medidas preventivas, ya que de acuerdo a Alan, en algunos de los pedidos que atiende, los clientes solicitan previamente que la comida sea entregada en la puerta de sus casas, destacó.
A pesar del peligro que significa su movilización por diversos puntos de Toluca, y el estar en contacto con diversas superficies de uso común, la plataforma no les incrementó las cuotas de ganancia. Sin embargo y afortunadamente para ellos, la cantidad de pedidos ha aumentado.
Si antes de la contingencia, el tema de la seguridad era un problema para los trabajadores de Ubereats, en estos momentos lo es aún más, ya que al no haber tantos transeúntes y vehículos en las calles, por permanecer en el encierro, ahora son más vulnerables a asaltos y robos.
“He sabido de varios chavos a los que les han robado la moto, y a otros a los que se la han querido quitar, por eso creo que en estos momentos ha aumentado la delincuencia. Y respecto a los accidentes he notado que han disminuido”, destacó.
Desde su punto de vista, el número de trabajadores de Ubereats ha incrementado, esto debido a la pérdida de los empleos o el receso temporal que tuvieron que aceptar muchas personas, y que vieron en esta plataforma una manera de continuar generando ingresos.
Las ganancias de los socios de Ubereats han bajado bastante a raíz de la contingencia de salud, comentó Alan, sin embargo, esto también tiene que ver con el tiempo que emplee cada trabajador para poder generar más de dinero.
Podríamos pensar que en estos momentos de crisis sanitaria, hay excéntricos de la limpieza y la salud que llevan las medidas de prevención a niveles extraordinarios, por ello, cuestionamos a Alan si ha sufrido de rechazo o actitudes negativas de los clientes, a lo que respondió que hasta el momento, no ha pasado por una experiencia así, y lo más grave que le ha sucedido, es que los clientes se molestan cuando la comida no les llega casi de inmediato, o bien, en condiciones no tan presentables.
Frente a eso, Alan, asegura que es un tema que va más allá de los trabajadores de Ubereats, ya que usualmente es el restaurante quien tarda demasiado en preparar los alimentos, y en el caso donde la comida llega derramada o impresentable, se debe a que en los establecimientos no empacan de manera correcta.
Según Alan, la mayoría de las molestias de los clientes, es por la tardanza en la entrega de los pedidos.
Respecto al tema de las propinas, afirmó que han aumentado un poco, tal vez un 10% o 15%, pues los clientes son un poco más conscientes del papel que juegan al exterior y la exposición en mayor medida a la enfermedad: “Si ha subido, porque hay algunos comensales que son buena onda, por ejemplo antes, me llevaba 100 pesos de propina, y ahora 150 o 200, aunque siempre es diferente la cantidad”.
Por último, Alan destacó que debido a la afectación que ha sufrido la economía de todos los sectores, el número de restaurantes que se han vinculado a la aplicación, a fin de no dejar caer sus negocios y continuar generando ingresos, han sido incluso más que antes de los que eran antes del Covid-19.
-Alejandro Pulido, 42 años
Tiene un empleo en una financiera, y debido a que ya no puede asistir, dedica parte de su tiempo a trabajar en esta plataforma de comida rápida.
Alejandro es un hombre casado, y según él, su esposa le expresa el malestar y preocupación que le genera el hecho de exponerse a la delincuencia que, al igual que Alan, considera ha aumentado como resultado de unas calles vacías o con menos tránsito.
Afortunadamente, si hay trabajo en la plataforma, mencionó Alejandro, sin embargo, cree que la delincuencia es un factor determinante para reducir las horas que emplea, o bien, de plano no querer salir a realizar entregas.
“Creo que ha aumentado la delincuencia, a diferencia de como estábamos antes de esto, pues prácticamente a todos mis compañeros los han asaltado o han estado a punto de ser asaltados. Y respecto al tema de los accidentes, considero que han disminuido, porque hay menos tránsito, sin embargo, los automovilistas se están pasando las vialidades a exceso de velocidad”, indicó.
Sabe destacar que de acuerdo a estadísticas del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SENSP), la incidencia delictiva en todo el Estado de México creció en 16% durante el último año, si se toman en cuenta los indicadores de incidencia delictiva del primer bimestre del 2019 al primer bimestre del 2020, con una mayor incidencia en delitos patrimoniales en todas sus variantes, es decir los robos, además de extorsiones y feminicidios.
Por lo anterior, las preocupaciones de los “Ubereats” no son infundadas, los datos duros también muestran un aumento consistente, con picos variables, en la delincuencia local. Las estadísticas del INEGI, también lo confirman, ya que la última encuesta ENSU, que mide la percepción de la inseguridad social entre la población, ubica a Toluca, con un aumento de prácticamente cuatro puntos porcentuales en los últimos meses, al pasar de un indicador de 84.7 de diciembre de 2019 a 88.4 en marzo del 2020.
No obstante lo anterior, Alejandro cree que para Ubereats, el tema de la seguridad y la salud podría resultarles “irrelevantes”, pues hasta el momento, la plataforma no les ha reembolsado lo que han invertido en cubrebocas y gel sanitizante, además, no da fe de que la empresa muestre la debida atención o tenga consideración alguna para con sus trabajadores.
“A ellos no les interesa en lo más mínimo saber que nosotros andamos en la calle exponiéndonos, al contrario, solo buscan pretextos para bloquearnos y sacarnos de la plataforma”.
Por último, Alejandro detalló, que dedica casi todo el día en este trabajo, usando como medio de transporte una motocicleta, con un horario de 14:00 a 20:00 horas entre semana, y los fines de semana destina todo el día
Víctor Jiménez y Ma. Teresa Montaño