El alba que se asoma detrás de la sierra de las Noas en Torreón apenas ilumina el panteón 2, al suroriente de la ciudad, donde en minutos comenzarán los trabajos para exhumar cadáveres que fueron enviados por la fiscalía de Coahuila a fosas comunes entre 2004 y enero de 2012, y que posiblemente puedan ser entregados a alguna de las 2 mil 279 familias que denunciaron la desaparición de parientes en la entidad o de las más de 80 mil que en México buscan a alguien.
La mañana fría de este 8 de marzo no impide que desde temprano lleguen María Elena Salazar, Luz Elena Montalvo y Ángeles Mendieta, cada una con el retrato de su hijo desaparecido colgado al cuello: Hugo González Salazar, Daniel Dávila Montalvo e Iván Núñez Mendieta, y un cubrebocas con la pregunta ¿Dónde están?
Ese trío que forma parte del colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec), que aglutina a un centenar de familias en búsqueda, presenciará la exhumación que Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, publicitará como “los cimientos de un nuevo modelo de intervención del Estado en la búsqueda de personas desaparecidas”, lo que llama la búsqueda con enfoque masivo.
Esperan a su compañera Marcela Balderas, madre de Cosme Humberto Alarcón Balderas, desaparecido el 5 de mayo de 2011 en Torreón. El motor de la exhumación es ella, quien desde 2018 ha exigido a las autoridades estatales que recuperen el cuerpo de su hijo adolescente que le extraviaron en una fosa común de este panteón.
Tan lo perdieron que antes de la publicitada “exhumación masiva” ya se habían realizado dos búsquedas fracasadas, en las que desenterraron a dos cuerpos para localizar el de Cosme Humberto.
El caso de Cosme y Marcela- indicarán las familias de Fuundec en un pronunciamiento- es uno de los cientos que evidencian las sistemáticas violaciones a los derechos humanos hacia las familias de personas desaparecidas. Del desorden forense culpan a las fiscalías estatal y federal, a instituciones forenses y a gobiernos municipales encargados de los panteones.
En tiempos de la llamada narcoguerra, cuando los Zetas y el cártel de Sinaloa se disputaban Torreón, de dos a tres personas eran asesinadas cada 24 horas. Marcela Balderas se paraba en el Servicio Médico Forense para preguntar si uno de esos cuerpos encontrados era el de su hijo. Siempre le aseguraron que no había ningún cadáver con la descripción que daba: 16 años, más de 1.80 de estatura, tenis blancos, mezclilla negra... Pero ahí siempre estuvo. Hasta que lo echaron a una fosa común.
El error forense, se enteraría años después, fue que los peritos de la morgue estimaron que el cadáver de su hijo, hallado el 5 de mayo a las 8:40 de la noche, era el de un hombre de al menos 25 años. Como ella buscaba a uno de 16, nunca se lo mostraron.
Así como Cosme, más de 800 cuerpos no identificados desde 2004, fueron enviados a fosas comunes de Coahuila. En Torreón, la Dirección de Panteones indicó -en respuesta a una solicitud de información- que habían sido enterrados 172 cuerpos en un número inexacto de fosas de este panteón. Uno de esos cuerpos -se supone- es Cosme Humberto.
Este mismo 8 de marzo en la mañana, el fiscal de Personas Desaparecidas, José Ángel Herrera, culpa de la pérdida del cuerpo a los sepultureros: “La falta de información por parte de los panteones ha impedido tener una ubicación exacta de la fosa, y por eso no se ha recuperado el cuerpo”.
Fuundec en su comunicado exige la renuncia del fiscal Herrera por “actos de acción, omisión y aquiescencia por las desapariciones de Cosme y los más de dos mil desaparecidos en el Estado”.
Después en entrevista, el funcionario dice que no renunciará. Y reconoce que hay otras dos familias en Torreón y 10 en Saltillo, que -al igual que Marcela con Cosme- han identificado a sus familiares desaparecidos, cuyos cuerpos también fueron enterrados en fosas comunes.
Estas cifras son apenas unas piezas de un rompecabezas llamado crisis forense: una investigación de Quinto Elemento Lab
reveló que en México 38 mil 891 cuerpos no identificados entre 2006 y 2019 pasaron por los Semefo del país; un 70 por ciento terminaron enterrados en fosas comunes.
Para el subsecretario Encinas los trabajos realizados en Torreón son un modelo de exhumación para la búsqueda e identificación de personas desaparecidas, que “permitirá empezar a remontar el rezago en las capacidades forenses del país y dar una respuesta eficaz y digna a los familiares”, según escribió en una
columna. Esto significa que ya no buscarán a una sola persona, enterrando de nuevo a los demás cuerpos encontrados en la misma fosa común, sino que desenterrarán y analizarán a todos.
Pero el modelo de exhumación no ha sido del todo exitoso en Coahuila. Si bien es la primera con enfoque masivo en Torreón, no es la primera del Plan Estatal de Exhumaciones,
creado en 2017 por las autoridades locales para dar identidad a los cadáveres enviados a fosas comunes. La anterior con enfoque masivo fue en 2019 en Saltillo y exhumaron 53 cuerpos. Pero aquella ocasión como ahora, la exhumación masiva se dio por la presión de Lorena Vallejo, madre de Cristian Daniel Mundo Vallejo, un joven de 18 años que desapareció en Piedras Negras en 2011. Las autoridades estatales y federales tenían registro de dónde habían enterrado el cuerpo pero tardaron ocho años en recuperarlo.
Un plan que en tres años apenas ha identificado a 13 de 80 cadáveres desenterrados, según registros de la fiscalía estatal. Esto significa un 16 por ciento.
“En tres años de exhumaciones del estado veníamos súper lentos, estábamos de uno en uno, de cuatro por semana. No es suficiente. México es una gran fosa clandestina y fosa común, porque ante la incapacidad lo único que hacían era enterrar a las personas y olvidarse de ellas”, dice Grace Fernández, vocera del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México.
Fernández, quien está al frente del colectivo Buscando Desaparecidos México, Búscame, menciona que es necesario el ejercicio de exhumación masiva, pues de lo contrario no alcanzará la vida para recuperar todos los cuerpos. “Aunque se oiga horrible pero como línea de producción: uno tras otro, sin detenerse en los procesos”. Fernández es hermana de Dan Jeremeel Fernández Morán, desaparecido en Torreón el 19 de diciembre de 2008.