Cruces de huellas
Desde 2016 las instituciones forenses del país, albergadas casi todas en las fiscalías estatales, firmaron un convenio con el INE para el intercambio de datos biométricos que permita identificar posibles coincidencias entre los cadáveres sin nombre y el padrón electoral, pero apenas quince estados han utilizado esta vía —además de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP) y la extinta Comisión Nacional de Seguridad—, cuatro comenzaron a hacerlo en el último año: Morelos, San Luis Potosí, Tamaulipas y Tlaxcala.
En cinco años, el Instituto Nacional Electoral recibió 53 mil 888 solicitudes de distintas autoridades federales y estatales para confrontar con el padrón, pero apenas hubo posibles coincidencias con 14 mil 444, es decir el 26.8%, y de estos, apenas se confirmaron vía dictamen forense 2 mil 385 (4.4%), respondió el INE a peticiones de información realizadas por el Proyecto A dónde van los desaparecidos.
En el padrón electoral también es posible buscar información sobre personas que actualmente están desaparecidas: las fiscalías e instituciones federales han enviado 26 mil 507 solicitudes al INE y este, a su vez, les ha devuelto 18 mil 773 posibles coincidencias. La limitante es la edad: el padrón sólo cuenta con datos de personas mayores de 18 años que hayan realizado el trámite.
Sin embargo, desde 2017 que inició en la práctica el intercambio de los datos biométricos, las solicitudes que recibe el Instituto han caído en picada: de 46 mil 781 en 2018 —casi la mitad realizadas por la Comisión Nacional de Seguridad y la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas— a mil 736 entre enero de 2020 a marzo de 2021.
De hecho, la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas pasó de enviar 19 mil 823 datos durante la gestión de Roberto Cabrera, el primer comisionado, a sólo 23 en la actual gestión de la comisionada Karla Quintana. Para este texto, se solicitó entrevista a la oficina de prensa de la comisión, pero no se tuvo respuesta.
Obstáculos para identificaciones masivas
“Los procedimientos forenses han sido de tan baja calidad y se ha dejado pasar tanto tiempo que ningún método por sí mismo es capaz de hacerlo todo. Es lo que no han entendido las autoridades. Así como a muchos cuerpos no se les tomó ADN antes de enterrarlos y por tanto no tenemos match, lo mismo puede haber pasado con las huellas dactiloscópicas”, explica la abogada Volga de Pina, quien también formó parte del Consejo Nacional Ciudadano, órgano independiente que vigila el cumplimiento de la Ley General en materia de Desapariciones.
Además, de acuerdo con García Ricci, de la Universidad Iberoamericana, existe un obstáculo técnico: algunos servicios médicos forenses continúan tomando las huellas dactilares con tinta sobre papel y rodando los dedos, de forma distinta a como lo realiza el INE, que recoge las huellas de manera plana.
La falta de la homologación de formatos para obtener estos datos y los posibles errores de los peritos a la hora de levantar y procesar los cadáveres sin identidad podrían limitar el cruce masivo de las huellas dactilares, coinciden ambos expertos.