Las Máscaras de la Marcha

8 de marzo de 2022


Diferentes dosis de patriarcalismo se esconden en cada persona, a través de actitudes, hábitos o expresiones verbales o físicas. Es así porque pertenecemos a ese sistema. Al mismo tiempo, en las expresiones de rechazo al patriarcado o exaltación del feminismo se esconden múltiples rostros.

La capucha, como cualquier máscara, representa la imagen engañosa de alguien. Debajo hay sorpresas. Esconden miedo, impotencia, ira, extenuación, o bien mentira, bajas intenciones, fanatismos y fascismo.

Recuerdo algunas obras pictóricas del maestro Rafael Coronel donde aparecen hombres con rostros misteriosos y sombreros puntiagudos, sosteniendo algunas caretas que a juzgar por la comparación con los personajes, estos antifaces suelen tener una expresión más apacible que los semblantes de los personajes que rayan en lo siniestro. Un observador pensaría ¡mejor que se pongan la máscara!

Una suerte semejante ocurre con el movimiento feminista que oculta diversos intereses: los de quienes buscan genuinamente justicia ante los asesinatos de mujeres, el acoso y los diferentes tipos de violencia contra las féminas; los de las iconoclastas, rayadoras de muros que desean enviar un fuerte mensaje para cambiar el sistema patriarcal; los de mujeres que defienden distintas ideologías feministas, desde las herederas de las teorías anglosajonas del siglo XX, hasta las que acuden en defensa de la diversidad étnica de las mujeres o las que elevan su trinchera por la comunidad LGBT, pero también aquellas que marcan un claro rechazo por que se normen las diversas identidades de esta comunidad LGBT.

Bajo las capuchas, menciona el escritor Alfonso Sánchez Arteche, se esconden otro tipo de provechos implícitos y a futuro, como demuestra el histórico desenlace de golpistas y subversivos de trincheras de antaño. Y desde su particular estilo, el poeta deja en claro esta intención que tanto ha perjudicado a las sociedades porque la efervescencia juvenil de la protesta a veces termina con la seductora oferta de bienes materiales que es aceptada en la madurez que alcanzan los y las jóvenes, una vez que deben decidir entre continuar la ideología bajo el yugo de la pobreza o aceptar algún cargo político, el cual silenciará para siempre la voz detractora.

Como voz profética, Arteche lanzó desde los muros virtuales estos versos que comparto con los lectores de The Observer, para su reflexión:

SIN CAPUCHA

Mujeres empoderadas

que se dicen feministas

sólo aspiran a ser vistas,

atendidas y escuchadas

porque han sido violentadas

por las costumbres machistas;

algunas salen más listas,

Pues ya siendo diputadas

se olvidan de sus aliadas

Y abusan de sus conquistas.

Es deseable que las manifestaciones de este tipo, que en el fondo son esperanzadoras, muevan a la revolución tras la careta, a la lucha individual, la reflexiva; que induzca a rectificar nuestros machismos particulares, no sólo de las chicas valientes que marcharon, sino de aquellas que no pudieron acudir y de quienes mantienen la mascarilla (no de la pandemia) de la cómoda cotidianidad. Considero que sería una manera de adquirir ideas justas, propias, sin caer en la tentación de luchar para llegar a lo mismo. Sería una defensa contra los estereotipos y contra las recetas ideológicas.