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Poder al Centro

Más concretamente: Del mítico Madero a la ambición reformadora de AMLO

PLUMAS

Por: Mary Delgado







Las resonancias de Madero en la República Amorosa

Poder al Centro


Recién en una de sus últimas conferencias de prensa en la llamada “Casa de Transición”, escuché decir a Andrés Manuel López Obrador, un, algo así como... “no solo de pan vive el hombre”, en referencia a alguna de las medidas de austeridad que pretende implantar y a la promulgación de la “constitución moral” que ha venido anunciando y que por lo demás me parece algo de lo más urgente que le falta a la clase política, sin embargo no es la única vez que al inminente presidente electo, se le escapa -intencionada o no-, alguna sentencia de aparente postura política, pero con franco transfondo ético y hasta evangélico, que no deja más que entrever, claro, su fuerte formación humanista, sino también religiosa, además de política.

Al escucharlo, no pueden dejar de encontrarse resonancias con la figura de Francisco I. Madero, tanto por su proclividad a deslizar discursos políticos con rescoldos religiosos, como por su propia personalidad tenaz y momentos claves, en su larga lucha política por alcanzar el poder, entendido este -en ambos casos-, como único medio posible y decente de transformar el país por la vía democrática. Democracia era la clave para Madero, para López Obrador, la llave.

Aunque muchos ya lo saben, quizás otros no tanto, Madero construyó su arribo al poder, (materializado hasta junio de 1911), bajo un meticuloso plan estratégico que le llevó años e incluyó una intensa formación intelectual, pero sobre todo espiritual, como militante activo y apasionado, del espiritismo, esa extraña práctica que soplaba con fuerza por todo el mundo en aquellos años y que por lo tanto no debe sorprender que siendo un hombre de muchos recursos, financieros, intelectuales y sociales, estuviera influenciado por las corrientes ideológicas y modas de la época, no obstante que para muchos resultaba tan chocante. Digamos que el espiritismo de entonces, sería el equivalente a la cienciología o al “New Age” de hoy en día, lo que denotaría que para Madero, el bienestar material de sus congéneres, era tan importante, como la conquista de las otras dimensiones humanas...

En el tema electoral, Madero perdió dos elecciones frente al poderoso dictador Porfirio Díaz, una, la de 1904 en su natal municipio de San Pedro de las Colonias y otra, cuando apoyo la candidatura de Frumencio Fuentes para la gubernatura de Coahuila, un año después. No importó, Madero continúo formándose para el éxito que añoraba en esas aparentemente contrapuestas dimensiones: la político-electoral y la espiritual.

No era raro por ello, que sus cartas estuvieran marcadas por apasionados discursos que exaltaban la libertad como el máximo tesoro humano, único terreno posible para desplegar la virtud y conseguir la mejoría material para todos, era pues, un terreno ineludible por conquistar. Madero escribía cosas como: “Hace veinte siglos Jesús depositó la semilla del amor: “Amaos los unos a los otros”, y aún vemos guerras terribles... sin embargo, aquella semilla ha germinado. La humanidad ha progresado. Los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad empiezan a regir en muchas partes del mundo y no está lejano el día que dominen en el mundo entero... poco a poco irán destruyéndose las tiranías y la libertad, que traerá consigo más Justicia y más Amor, hará que se cumplan las palabras del Crucificado”.

O: “Creo que sirviendo a mi patria en las actuales condiciones cumplo con el deber sagrado, obro de acuerdo con el plan divino que quiere la rápida evolución de todos los seres”.

Sí, así escribía y así discurría Madero, no por nada se ganó el mote de “Apóstol de la Democracia”, ya fuera como detracción o admiración, conforme la pasión y sus mentores etéreos (Raúl y José con quienes se comunicaba bajo técnicas espiritistas), le iban guiando por el camino al poder en México, pero como quien aspira, simultáneamente, a conquistar el quinto cielo...

En su camino a la presidencia de la República, Madero también construyó un partido ¿Lo sabía?, era el Partido Nacional Democrático, cuyo lema máximo (eslogan) era: Libertad de sufragio, no reelección”. Y ya más cercano a las elecciones de 1910, escribió un libro –a propósito de esos comicios-, en el que lanza importantes retos de estadista a un Díaz, cada vez más añoso y a quien la patria le fue quedando cada vez más chica... Obviamente rechazó en la práctica los retos lanzados por Madero en su obra, y con simulaciones y tretas, jamás cumplió ningún compromiso hecho incluso a la prensa (entrevista con Creelman), como irse decentemente y, mientras tanto, permitir la elección de la vicepresidencia, cámara y gubernaturas.

Y si así como ahora uno de los objetivos máximos en los comicios del primero se julio –y que movilizó el voto- fue “combatir la corrupción”, entonces la máxima de Madero fue “terminar con el poder absoluto”. Y quizás en este punto, es donde también confluye la historia o se repite, pues la única salida posible en ambos momentos, entonces y ahora, fue “restaurar la democracia” con, obviamente, su práctica máxima: el ejercicio del voto y el respeto, consecuente, de los resultados.

Pero si en las estrategias posibles hay confluencia en la historia, en la zozobra fatídica pueden también repetirse los ciclos. No obstante su extenuante y larga lucha, tanto como su preparación, espiritual e intelectual, para llegar a la presidencia, la falta de contundencia de Madero tras llegar al poder, lo debilitó política y socialmente en el tiempo. La tardanza en la toma de decisiones clave y en el cumplimiento de compromisos (como los pactados con Zapata en materia agraria), le restaron credibilidad. Claro, en su caída, también influyeron otros elementos, como la atroz campaña que lanzaron en su contra los medios de comunicación de la época, caricaturizándolo y excediéndose, en diversos momentos, en esa libertad de expresión, que el mismo, contradictoriamente, les procuró.

Incluso, su proclividad a creer en que todos los hombres son buenos y sólo hay que darles la oportunidad o creer en ello, abrió otro flanco fatal en su contra, como ocurrió con Victoriano Huerta, en quien, no obstante haberle mostrado ya su lado oscuro, volvió a confiar. Al final, este respondió a su naturaleza y terminó matándolo. En medio hubo muchas cosas, el avance y empuje que dio Madero a México es innegable, tras su muerte se abrió la revolución y una época de cambios que sin embargo no lograron concretarse del todo.

Por eso muchos analistas que critican, no sin temor quizás, la política de “República Amorosa” que ofrece Amlo, avizoran posiblemente, algunos de estos mismos riesgos. Hay puntos claves para los mexicanos y no darán concesiones ni tienen tiempo de esperar más, so pena de que los designios caigan de vuelta con todo su fatídico peso: la impunidad es uno de ellos.

“República Amorosa” o no, los mexicanos votaron por justicia, sí; por libertad, también, pero igualmente por eficacia, más aún, por contundencia. Les vendieron un cambio y no aceptarán menos que eso.

*Las citas textuales provienen del libro de Enrique Krauze, “Biografía del Poder” y para contextos, me base en “Esbozo de Historia de México”, del maestro Juan Brom.

*PODER AL CENTRO, Columna premiada con la “Presea Manuel Buendía 2016”.

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