Alfredo Barrera Baca, llega a su Segundo Informe de labores, precedido por una serie de desafortunadas decisiones, inapropiadas reacciones y malos números, que dejarán marcada su administración para siempre, como una de las “menos brillantes”, para decirlo de algún modo, de las que se tenga memoria, en la Universidad Autónoma del Estado de México (Uamex).
No es tampoco un secreto que por lo bajo y al margen del Consejo Universitario a modo que se ha integrado siempre a favor del rector en turno –pro-priístas todos, casualmente-, existe un fuerte descontento contra el administrador de la máxima casa de estudios por parte de diversos sectores de universitarios auténticos, ya que en los últimos doce meses no solo ha golpeado a centros de reconocidísima trayectoria y tradición, sino lo mismo a modestos maestros y maestras, que a investigadores de talla internacional, importando poco el resto y utilizando todos los recursos disponibles del claustro para fines partidistas.
Los abruptos e indecentes cierres de los Centros de Investigación de Urbanismo y Migración, solo porque sus titulares se mostraron abiertamente en contra de una imposición reformista reeleccionista orquestada desde el Poder Ejecutivo, marcaron de golpe el nivel de autoritarismo del que puede ser capaz el rector, con tal de sacar adelante el proyecto de Alfredo del Mazo para garantizarle al Grupo Atlacomulco, permanencia casi absoluta –como si ya no la tuvieran- de los espacios universitarios y sus recursos, todos.
Y el cierre de esos importantísimos centros, se dio, hay que decirlo, cuando en el mundo y en México se analizan y discuten nuevos fenómenos migratorios, y frente a contextos que reclaman nuevos paradigmas desde la investigación y el estudio que coadyuven a la construcción de salidas humanitarias. Pero no, ni siquiera se detuvo en eso, en nada. Por cierto que los argumentos que dio Barrera Baca, previo al cierre, con una campaña personalísima golpeando, descalificando y criticando a los investigadores que encabezaban los centros, eran de orden político y no académico, pero nunca lo entendió.
La desaparición de ambos centros y el contexto en que se dio su cierre, exponen claramente los inadecuados cálculos y malas "lecturas políticas” del rector, quien sin detenerse en nada, se lanzó contra el Congreso Plural y por primera vez de izquierda que decidió el electorado mexiquense tener. Todo porque se atrevieron a reconvenirlo frente a sus desatinos, sin atenerse a dos puntos fundamentales: los diputados no pueden ser reconvenidos y tienen derecho a la libertad de expresión como cualquier ser humano.
La opinión de varios sectores es clara y entendible: autonomía no es impunidad.
Luego vinieron despidos. Se habla de entre 300 y 400, casi todos de profesores modestos que no han tenido la suerte de Ignacio Pichardo o César Camacho, por citar solo algunos cercanos al poder que han exprimido a la UAEMex, para ser recomendados por influyentes para ganar una plaza, mantenidos siempre en el límite y violándoles todos sus derechos laborales, semestre tras semestre. Así nos enteramos en los foros para discutir una ley alternativa para la universidad que Baca quiere retener, más allá de sus 4 años de rigor.
Y luego, en la discusión de la Ley del Issemym, para abrogarla, salió a relucir que la universidad le adeuda más de 400 millones de pesos al organismo.
Y como si todo fuera poco y para rematar, nos enteramos de última hora que la UAEMex nuevamente en 2017 (ya era rector Baca ¿no?), participó en un contrato vía FONDICT, que le asignó DICONSA, por más de 300 millones de pesos, y los cuales ¡wala!, se esfumaron, bajo el modus operandi de la “Estafa Maestra”, según los resultados de la auditoria a la Cuenta Pública 2017, dados a conocer por la Auditoria Superior a la Federación (ASF).
Los resultados son contundentes y pueden ser consultados en la siguiente liga, donde incluimos el documento respectivo
https://www.theobserver.mx/2019/02/27/lo-hace-de-nuevo-uaemex-desaparece-325-mdp-parte-4/?fbclid=IwAR0ssX5-y3B2yJCS1oKbe3NwyT1xuPpmU8LUK3CzKN2WZffR_xVQ1RE35dE
Y finalmente, como evidente y clara muestra de la campaña lanzada por el rector a favor de la clase política priísta, a la que busca denodadamente pertenecer y complacer, y mientras en el Congreso Local se aprobaba un decreto en comisiones para abrogar los privilegios otorgados por Ignacio Pichardo Pagaza a exgobernadores (con un decreto que dejó 90 días antes de alcanzar ese estatus en 1993), el rector bautizó con su nombre una preparatoria de la UAEMex, sin que nos quede clara la aportación a la humanidad del exmandatario; luego bautizó con el nombre de otro priísta, una blibioteca de una Facultad.
Mal administrador, mal político, con indicios de corrupción grave, mal en todo. Pobre Universidad, pobres universitarios.
Hasta la próxima.
*PODER AL CENTRO, Columna premiada con la “Presea Manuel Buendía 2016”.