11 de agosto de 2019





El Brad Pitt llegó muy tempranito a la Glorieta del Águila, junto con sus cuasi hermanos Camila y el Marshall, del Centro de Control Animal, para buscar un donador voluntario de paseos y poder disfrutar su fin de semana.

Cómo cada domingo desde que fue rescatado por voluntarios y trasladado al centro, hace ya unos cuatro o cinco meses, arribó al hermoso Paseo Colón, muy peinadito, acicalado, con sus medicinas al día y su nuevo collar que lo mantienen seguro y cerca de sus cuidadores, esta ocasión de “Capulcan A.C.”.

Ya todo guapo como es, con esa mirada matona y ese color rubio-dulce que aloca a cuanta cachorra se acerca, llegó como siempre con la expectativa de conocer los perros nuevos del vecindario, olfatear traseros conocidos, marcar territorio en algunos huequitos y árboles, juguetear con niños y sobre todo comer muchas croquetas por aquí y por allá, a lo largo de unas ¡cuatro horas!, ¡toda una aventura!

Todo este domingo, el Brad no dejó de husmear por todos lados, pero a la hora de encontrar voluntario para recorrer el Paseo Colón, desde la Glorieta de El Águila hasta el Monumento a Colón, estuvo muy bien portadito, aunque cada que se cruzaba con su amigo El Marshall o la Camila -llevando de paseo a sus respectivos voluntarios, je- no dejaban de hacer escándalo, pues una y otra vez tenían que repetir los ladridos por saludos y las volteretas por abrazos, de puro gusto pues de volverse a ver (aunque apenas habían pasado diez minutos entre vuelta y vuelta).

Y es que el Brad, desde que fue rescatado casi muerto de maltrato y abandono muy cerca de la colonia El Seminario y después de haber sido sometido a extenuantes y dolorosas terapias en amplias zonas de su cuerpo prácticamente sin pelaje, no puede más que volver a disfrutar intensamente los domingos de paseos, sobre todo el de este 11 de agosto, porque el sol está radiante, después de varios días de lluvias y nublados, y porque así los árboles del Paseo Colón lucen espléndidamente, tanto que dan más ganas irresistibles de marcar más y más territorio, “por si las flys” uno nunca sabe... piensa.

Mientras la doctora del centro plática sobre su avance, Brad se mantiene expectante. Ya casi le salió por completo el hermoso pelo que tiene, ese rubio mate que dan ganas de acariciar una y otra vez. Es como un gran peluche beige con matices rosados y pequeños ojos color miel que solo pueden competir con los del Pitt que le prestó el nombre.

La doctora también comenta que quizá el Brad heredó algún problema de tensión o estrés, o quedó quizá traumatizado por el maltrato y por eso se le cae el pelaje, aunque ya se mantiene más estable, por eso ahora anda en busca de una nueva mamá o un nuevo papá...

¡Mirá, ahí viene la Camila otra vez!

Mary Delgado