Sin duda alguna el transporte público de pasajeros en el Estado de México siempre está (tristemente) presente en las notas periodísticas ya sea porque un conductor provocó un incidente de tránsito, ya sea porque atropellaron a alguien, o porque lesionó a alguna persona por la forma de operar la unidad automotora o como en los últimos meses por las altísimas emisiones contaminantes del Valle de Toluca, que llevó al Municipio de Toluca a tomar acciones de verificación de engomados de Verificación Vehicular de emisiones contaminantes a particulares y a transporte público “concesionado”. Dicho sea de paso la tarea correspondía al Gobierno del Estado de México, quien prefirió cerrar los ojos.
Es así que como bonito regalo para las empresas concesionarias del transporte público de la entidad más densamente poblada, este viernes se anunció el aumento del 20% a la tarifa del transporte público de mediana capacidad, el cual surtirá efectos en enero de 2020.
Y como sucediera en el año de 2017 esta medida la cobijó la Secretaría de Movilidad con el desgastadísimo argumento de continuar el proceso de regularización, renovación de unidades, colocación de kits de seguridad (botones de pánico, cámaras y localizadores Geosatelitales) así como lo que calificaron de “Nuevas medidas a fin de que los usuarios puedan tener un servicio seguro, cómodo y de calidad”, obvio sin especificar en qué consisten esas medidas ni cuándo serán puestas en marcha.
Hábil movimiento de la administración Estatal de generar este aumento, que impacta al bolsillo de de las familias del Estado de México, en un año que es neutro electoralmente hablando, donde ya tasado el costo político, la balanza se inclina hacia los empresarios del Transporte Púbico de Pasajeros “Concesionado” y lastimando nuevamente el bolsillo del ciudadano de a pié, del ama de casa, del estudiante, del adulto mayor, de nuestra población.
Este cheque en blanco otorgado solo genera beneficios económicos a las empresas transportistas, sin que exista una reingeniería que es necesaria y urgente tocante a derroteros, y empresas que tienen las mismas rutas, que saturan los municipios de Zinacantepec, Toluca, Metepec, Lerma, San Mateo Atenco y Calimaya en el Valle de Toluca y los municipios de Naucalpan, Tlalnepantla, Huixquilucan, Nezahualcóyotl, Ecatepec, Chimalhuacan, Texcoco, Cuautitlan y Cuautitlan Izcalli en el Valle de México, con unidades de más de 10 y 15 años de operación, en condiciones deplorables interiormente (asientos desgastados o rotos, pisos de lámina con bordes, vidrios y escotillas estrelladas o de plano faltantes) y en el aspecto mecánico, emisores de contaminantes al no verificar que tipo de combustible o mezclas utilizan para hacer rendir más el diesel, frenos inseguros, neumáticos lisos y sin servicios mecánicos de rigor.
Tocante a los operadores, el Estado de México no cuenta con una base real de los trabajadores del volante por lo cual en caso de siniestro simple y sencillamente huyen o camban de línea sin que exista modo de rastrearlos, aunado a una falta de adiestramiento pues normativamente cada conductor de autobús, microbús o van, debe estar certificado bajo los estándares de competencia ECO246 impartida por el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, sin que exista a la fecha una regulación de la autoridad, donde vemos desde menores de edad conduciendo hasta adultos en plenitud, sin identificación o tarjetón a la vista, exámenes toxicológicos vigentes, licencia de conducir habilitando el movimiento de servicio público entre otras.
Es así querido lector que nuevamente los paganos en este caso serán los usuarios de este transporte y los conductores y peatones que se enfrentan a estas versiones de conductores de carreras de ciudad.
No podemos ni debemos dejar en el olvido que es responsabilidad del Estado el Transporte Público, que como en su nombre indica está concesionado a un particular para la prestación del servicio y que si este incumple pues debe ser sancionado e incluso retirada la concesión para prestar servicios a pasajeros, por lo cual es inconcebible que a 2 años del más reciente aumento, se esgriman los mismos argumentos con los que lograron incrementar las tarifas hace 2 años, tiempo más que suficiente para que se hubiesen renovado unidades, adquirido kits de seguridad, certificado conductores, pero no. La realidad que se vive es la misma del año 2017, saturación de derroteros por vehículos chatarra, operadores desaseados, groseros, poco hábiles en el manejo de un vehículo e imprudentes, y líneas de transporte que no quieren ni necesitan cambiar en forma alguna pues no existe supervisión por quien tiene la tarea Constitucionalmente encomendada.
Sin contar con que la comisión de delitos en el transporte público incrementa en cifras cada día, por lo que no es dable que se mencione que en un futuro existirán sistemas de prepago que inhiban estas conductas.
Movámonos a la reflexión ¿Por qué la capital del país tiene sistemas tan eficientes de movilidad? Algunos dirán que por los subsidios y puede ser, pero estos se ven aplicados en unidades confortables, de reciente modelo, sin saturación de rutas, sin vehículos clonados (hablando de autobuses obviamente).
Porque ciudades como Monterrey tienen buenos sistemas de transporte. La respuesta es casi la misma, el Estado mantiene padrones y registros tanto de rutas, unidades y operadores lo que redunda a la postre en un servicio efectivo y eficiente.
Entonces, la entidad más densamente poblada del país no puede aspirar a un transporte similar, la respuesta es clara, esto no depende de pesos sino de políticas públicas que regulen esta actividad, requiere de trabajo no de política, y menos de ceder a presiones. Como cualquier negocio en el mundo requiere de inversión por lo cual y esa sería una formidable solución, si quieres prestar servicios en el Estado de México, presenta un proyecto, exhibe tus unidades en regla y a tus trabajadores y solo así la autoridad debería concesionar el transporte. Es inevitable recordar la teoría de las ventanas rotas. En fin el aumento está en la Gaceta de Gobierno y es oficial, ahora toca a nuestras autoridades tomar y asumir su responsabilidad para dar resultados en el corto tiempo.
Y terminando ya esta breve colaboración, me permito desearles con mucho respeto y aprecio que esta época sea de reflexión, que valoren que lo mejor que cada ser humano puede regalar son momentos y experiencias así que felicidades paz y reconciliación, y un favor. Abracen bien fuerte a los suyos.
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