28 de abril de 2020
De acuerdo al SENSP, los índices de violencia en municipios como Metepec y Toluca, han aumentado 36% en lo que va del año, con un total de 57 y 170 denuncias respectivamente, en comparación con las incidencias de 2019, y a ello se suma el hecho de que en cuarentena las familias se ven obligadas a permanecer más tiempo en casa, factor que expertos han advertido el riesgo de desatar episodios de mayor violencia.
Según las últimas cifras publicadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que va del año, el delito de violencia familiar ha acumulado un total de 2 mil 877 denuncias en el Estado de México.
En Metepec, de enero a marzo de este año, van 57 denuncias registradas, en comparación con las del mismo periodo de 2019, con un total de 42 delitos, lo que reflejó un incremento del 36%.
Toluca, también ha dejado ver el incremento de este delito, pues en 2019 se registraron 132 incidentes, mientras que de enero a marzo de este año, se han dado 170 casos, que en términos porcentuales significó un aumento del 29%.
Cabe mencionar, que el Estado de México ocupa el primer lugar a nivel nacional en mujeres que han sufrido de lesiones dolosas, acumulando de enero a marzo de este año, 3 mil 630 denuncias, de las cuales, se estima que el 10% fueron víctimas menores de 17 años.
En ese sentido, TheObserverMex obtuvo el testimonio de Laura, quien durante los últimos tres años sufrió de violencia física y psicológica por parte de su pareja, hasta que en la actual cuarentena su pareja la agredió brutalmente, lo que motivo una orden de restricción para que Humberto no se vuelva a acercar a Laura, de solo 22 años de edad.
Esta es su historia.
A los 18 años Laura conoció a Humberto “N” por medio de una amiga, a quien en una ocasión, acompañó a inscribirse a la preparatoria para continuar con sus estudios, su amiga acordó con Humberto reunirse con ellas, y así fue que una vez reunidos, llegó el momento de la presentación, y desde ahí Laura se sintió atraída por de Humberto, lo que jamás imagino es que ese hombre al paso de los años se convertiría en la peor experiencia de su vida.
-Humberto no era alcohólico, pero de alguna manera frecuentaba la bebida-, en fiestas y reuniones con sus amigos, recuerda. Para ese entonces, Laura era madre soltera de un niño de ocho meses de edad, lo que en principio para Humberto no pareció representar algún problema, sin embargo poco a poco la personalidad de su pareja se fue trastornando en un ser explosivo y violento.
Quizá por eso la madre de Laura alcanzó a intuir algo y desde casi el principio se opuso a que formalizaran la relación tan pronto, ya que a los tres meses del noviazgo planearon vivir juntos.
La relación iba avanzando aparentemente bien, Humberto aún no daba señales de ser violento, hasta que poco a poco, en las interacciones sociales de ella, su pareja comenzó a hacer comentarios negativos, a hostigarla y a echarle en cara su condición de madre, como pretextando que a causa de ello, no podía tener amigos ni vida social.
Al paso del tiempo de los comentarios negativos e insinuaciones reprobatorias, Humberto paso a los insultos y la violencia física, debido a que le reclamaba el no quedar embarazada de él. “Todo se dio de forma gradual, primero empezó con cachetadas, insultos, empujones, y fue hasta la última vez que se lo permití que llegó al extremo”, manifestó.
Las reacciones iniciales de Laura, recuerda, fueron de defensa ante las agresiones verbales, pero algo paso que poco a poco fue cediendo y callando. Hubo una ocasión casi al principio, que se distanció cerca de un año, pero al final volvieron y no solo aumento la violencia, empeoró en intensidad.
Los padres de Laura, sus hermanos, y familia en general, nunca aprobaron dicha relación, y menos que pensara bajo ninguna circunstancia vivir juntos nuevamente, después que comenzaron las señales de alarma. “Mi mamá me decía que pensara muy bien si continuar con él o no, ya que cada vez iba a ser más violento, pero yo inconscientemente creía que él iba a cambiar”.
A su regreso Laura se embarazó y tuvo una niña, cuyo nacimiento marco nuevos episodios de agresiones físicas, psicológicas y verbales, por lo que nuevamente decidió separarse, sin embargo, el círculo de la violencia la tenía de algún modo atrapada y regreso de nuevo, para más de lo mismo.
En este nuevo episodio, Humberto comenzó a perseguirla y controlarla por casi cualquier cosa, revisaba sus redes sociales y cuestionaba cualquier comentario o interacción en Facebook.
Frente a ello, la reacción de Humberto fue comenzar a “coquetear” con otras mujeres, y en una ocasión que Laura lo confrontó por el hecho, finalizaba nuevamente en respuestas de agresión física y verbal. Cuando los episodios de violencia regresaron la psiquis de Laura estaba severamente dañada, pues llegó a un punto de justificar las cachetadas, los empujones, y jalones, no sabía que pasaba.
Recién ya iniciando la cuarentena, el episodio más violento se desató por una minucia, recuerda. Se fue la luz y tome 20 pesos, de un billete de 500, para comprar unos fusibles, cuando Humberto se dio cuenta, comenzó la golpiza…
Narró también cómo fue golpeada por Humberto, y esa vez, fue la última y más grave de todas en que decidió no permitirlo más.
“Él se fue a trabajar, y aproveché para comprar los fusibles y cambiarlos, pero al siguiente día que me iba a dar a almorzar, se dio cuenta que faltaban 20 pesos, entonces me aventó el cambio, y me dijo que quería el billete completo, que por qué tomaba dinero sin permiso; primero me arrojó el cambio al piso, y a su paso me aventó a la cama, me cacheteó, me jalo del cabello, pero al mismo tiempo me tiraba al piso para recogiera las monedas”.
A la fecha Laura aún tiene el cuerpo amoratado, fue necesario una intervención médica y que las autoridades girarán una orden de restricción para que el agresor no vuelva a acercársele, pues saben que su vida corre peligro.
Lo que la hizo reaccionar en el último momento, fue una amenaza de muerte de parte de Humberto y cuando él, tras la golpiza, justificó la violencia con su hija pequeña, diciéndole que su madre “se había portado mal y tenía que castigarla”. Eso encendió las alarmas en su interior y finalmente reaccionó.
Un patrón familiar…
Laura reconoce que es víctima de patrones familiares de su pareja, ya que la familia de Humberto vivió escenarios muy similares, aunque con diversos matices: desde una familia disfuncional, poco contacto con el padre, y una relación dañada con sus hermanos, quienes al ser menores, señalaban no querer seguir ese ejemplo.
Laura recuerda que su propia suegra le advirtió que se alejara de su hijo, pues estaba severamente dañado por la historia de violencia que ella misma padeció por décadas: “Su mamá me decía que por mi bien y por el de nuestra niña, me alejara de él. Ella me confió que se veía reflejada en mí, pues Humberto creció en un ambiente similar, donde mi suegra soportó durante 16 años a un padre violento, y no se alejó de él por no querer dejar a sus hijos sin un padre, por lo que toleró maltratos y humillaciones. Sin embargo, mi suegra abrió los ojos cuando en una ocasión, Humberto confrontó a su padre al ser testigo de los maltratos que sufría, y ella pensó que justamente por esa razón que Humberto sería diferente, pero no fue así…”.
Actualmente Humberto está distanciado legalmente, pero hay momentos que su hija pregunta por él, sin embargo no está triste, se le pasa, en ocasiones la pequeña pregunta a su madre si está llorando porque su papá le pego…
Laura finalmente envía un mensaje a las mujeres que en estos momentos están en cuarentena, encerradas con sus agresores y pudieran estar viviendo con violencia:
“Que se vayan a la primera, no permitan que nadie las trate mal ni que las hagan menos, porque no se trata de eso nadie que te quiere te lastima ni te quiere ver mal, al contrario, se trata de sumar, no de restar.”
Laura cree que el hecho de poder superar la pesadilla que vivió no se le está dificultando pues cuenta con el apoyo de su familia y seres queridos.
Víctor Jiménez
Reportero becario