17 de julio de 2020

Tan pronto arribó el ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, en su proceso de extradición para responder por presunto lavado de dinero, el ex funcionario fue llevado a un hospital por problemas de salud.

“El perito médico de la Fiscalía General de la República (FGR), por su parte, realizó la revisión física y médica correspondiente del extraditado y encontró anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago, así como una debilidad general en toda su salud, por lo que propuso su internación en un hospital. La familia del extraditado pidió, y se le autorizó, que un médico particular hiciera también una revisión, en la que encontró los mismos síntomas. En razón de lo anterior, el MPF ordenó su traslado a un hospital”, dijo la Fiscalía en comunicado.

España, país del que procede Lozoya, no tuvo constancia de que el ex director de Pemex tuviera problemas de salud. "El sistema español es garantista y si este señor hubiera estado indispuesto se le habría atendido médicamente, como a cualquier otro interno", informaron autoridades penitenciarias españolas.

A pesar de que había arribado a la 1 de la mañana al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, como era previsto, en las siguientes horas un convoy de seis camionetas, un automóvil y 2 motocicletas abandonó las instalaciones del aeropuerto. Todos estos vehículos pertenecen a la FGR.

A las 4:24 de la mañana el convoy llegó al Reclusorio Preventivo Norte, donde se supone iba a arribar Lozoya. Una camioneta blanca y una negra, pertenecientes al convoy mencionado, ingresaron al estacionamiento frontal del Reclusorio. Toda esta actividad, excepto la entrada de las dos camionetas, fue documentada por la prensa de cerca.

Dos horas después el Consejo de la Judicatura Federal activó un chat de WhatsApp para informar la audiencia que supuestamente tendría lugar. No sería una audiencia presencial, dada la contingencia por coronavirus. El gran detalle es que la FGR nunca solicitó que se programara dicha audiencia.

A las 7 de la mañana, se dio a conocer que Lozoya nunca ingresó al penal en el convoy referido. En su lugar, en el aeropuerto se le detectó a Lozoya “anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago”. Lo interesante del asunto es que también llamaron a un médico para corroborar la información, no cualquier médico, sino el médico privado de la familia de Lozoya.

¿Y el convoy que salió del aeropuerto a la hora programada que supuestamente debía contener a Emilio Lozoya, y el cual en ningún momento le indicó a los medios de comunicación que no tenía al ex funcionario? La FGR anunció que se trataba, casualmente, de una diligencia distinta. No indicó de quién o por qué.

En conferencia matutina, el Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, aseguró: “Efectivamente fue ingresado en este penal pero fue trasladado inmediatamente después a un hospital por algunos síntomas de algunas molestias que presentó. Estoy tratando de localizar el reporte de la Fiscalía…”. Lo cual contradice la versión de la FGR.

Por su parte, el Consejo de la Judicatura Federal anunció 9 de la mañana que la audiencia inicial de Lozoya (la que informó mediante WhatsApp) nunca fue programada ya que la propia Fiscalía, en efecto, nunca solicitó la programación de la audiencia.

Al cierre de estas líneas, no se sabe por parte de la Fiscalía General de la República el estatus de Emilio Lozoya, ni por qué se permitieron tantas contradicciones en un solo traslado que en teoría iba del aeropuerto al reclusorio.

Héctor Castañeda