Decir que votar por el que robe menos pudiera ser conformista y quizá suena hasta tonto, sin embargo, pudiera ser la forma más efectiva de hacernos de un mejor gobierno si vemos en términos prácticos que disminuir las mermas puede traducirse en mejores niveles de vida para la población.

El ser humano es corruptible, está en su naturaleza tratar de ganar ventaja pasando por encima de los intereses del otro: pareciera una verdad absoluta.
Otra teoría es que corresponde a los partidos, es presentar sus mejores bases ideológicas, políticas de gobierno y hombres. El resultado es lamentable, pero afortunadamente no permanente.
Las sociedades tienden a evolucionar - pese a la resistencia de los segmentos conservadores -. Los partidos y sus políticos tendrán que disminuir las formas de corrupción más comunes: el desvío de recursos; los negocios con contratistas; dar y aceptar cargos para los que no se encuentran capacitados; errar en la elaboración y ejecución de programas, si es que quieren sobrevivir.

Mientras en México robar miles de millones de pesos del presupuesto es algo común, constante y pocas veces castigado con rigor, en otras sociedades más avanzadas son sancionadas hasta las menores irregularidades, como fue el caso de Cristian Wullf, presidente de Alemania hasta el 2012: una investigación periodística arrojó que usó su poder para conseguir un préstamo: renunció. Era parte del equipo de Angela Merkel y pese a ello le dijo que todos son iguales ante la ley.

Un caso más drástico es el de Toshikatsu Matsuoka, ministro de Agricultura del Japón en 2007: se suicidó al verse involucrado en un escándalo de malversación de fondos.
Alguien más cercano. Marcelo Ebrard Casaubón, tuvo que bajarse de la carrera presidencial cuando se encontraba en uno de sus mejores momentos: en 2015 los medios de comunicación dieron cuenta que la casa en la que vivía había sido propiedad del gobierno del D.F., y fue vendida de forma irregular a uno de su hermanos de nombre Enrique Ebrard a un precio muy poder debajo de su costo real: de 33 millones a 1 millón 64 mil pesos. Se retiró del escenario y hasta la fecha no se ha podido levantar.

No se trata de que renuncien, suiciden o desaparezcan, sino de que no comentan actos de corrupción o sean menos y de menor impacto, derivado de convicciones éticas y regulatorias.
Los partidos tienen que demostrar con hechos que sus propuestas de combate a la corrupción son reales y medibles, que pueden ser evaluadas y transparentes, y no quedarse en simples buenos deseos: en demagogia.
¿Y el ciudadano qué debe hacer? Dedicar un poco de tiempo para el ejercicio ciudadano de estar lo mejor informado posible apoyándose de la gran variedad de fuentes, incluso, desde la comodidad del celular, claro, siempre verificando su certeza, para lo cual compartimos unos tips la semana pasada en este mismo espacio.
Votar por el que robe menos se convierte entonces en uno de los indicadores que nos pueden ayudar a elegir la mejor opción. Vale la pena hacer este simple ejercicio.

Llanto
Para llorar el papel que hizo el presidente Enrique Peña Nieto y el canciller Luis Videgaray Caso en el G-20. Hasta Carranza pudo poner en su lugar a Alemania y a E.E.U.U. en el marco de la primera guerra mundial. Supo salir bien librado haciendo alarde de astucia.

Alegría
Demos el beneficio de la duda al probable fiscal anti corrupción de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México: José de la Luz Viñas Correa.

Charada
De nuevo: autoridades electorales dicen que no fueron graves el rebase en los topes de campaña y tampoco hubieron irregularidades.