Tras un año políticamente muerto en el Estado de México, pasamos rápidamente a uno preelectoral en el que se comienzan a configurarse algunos escenarios, claro de manera muy prematura.

La reforma electoral que casi en el último momento presentó el diputado de Morena Valentín González Bautista, no solo anticipa que diputades y presidentes municipales tanto de ese como de otros partidos, buscarán contender por una elección consecutiva cómoda y hasta con ventajas. Quieren hacer campaña, no pedir licencia para separarse del cargo, seguir cobrando sus dietas o sueldos, y hasta poder ir por algún otro puesto (o al menos eso se entendió de la enredada propuesta del experredista tres veces diputado y también alcalde), cómo para decirles el coloquial “aja, ¿y su nieve de que la quieren?”... porque aparte los ediles que estarán buscando la reelección, lo mismo que los diputades, podrán seguirse moviendo libremente y luciendo sus logros sin que ello pueda ser considerado como “actos anticipados de campaña”, o sea paquete completo.

Claro veremos si todos estos puntos son aprobados, se introducen cambios o se atemperan las ambiciosas expectativas de los parlamentarios que trabajaron sobre eta iniciativa al frente del propio experredista.

Sin embargo más allá del contenido de la reforma para reglamentar la reelección y lo que se busque obtener de ella, quizá lo que está de fondo y debe ser priorizado, es la opinión ciudadana. ¿Cómo acercarse al verdadero sentir de un ciudadano que votó por un diputado o alcalde y que ahora buscará nuevamente su voto?, ¿Cumplió las expectativas, falló, lo traicionó? Al final, el sufragio tendrá la última palabra en el tema, pero entre más transparencia arrope la reglamentación de la reelección en el Estado de México, será siempre mil veces mejor, sin ventajas, revanchismos ni ambiciones políticas agazapadas en reglas poco claras o con ventaja anticipada...

En este contexto de movimientos incipientes hacia las elecciones del 2021, para renovar el Congreso Local y los 125 ayuntamientos, también han saltado al escenario iniciativas que buscan reposicionar viejos proyectos priístas, incluso más que reposicionar, se trata de proyectos hambrientos de reflectores, pero también y sobre todo de congraciarse e nuevo con los ciudadanos, pero bajo disfraces nuevos.

Por ahí surgió una iniciativa proveniente de algunas organizaciones sociales (unas auténticas y otras simuladas como la de la exsenadora priísta Ana Lilia Herrera Anzaldo), relacionadas con violencia política de género. Lo increíble del tema no es la propuesta, sino que la exsenadora se haya atrevido a firmarla, intentando abrogarse el trabajo de las otras organizaciones que si trabajaron el tema y otras mujeres que si están comprometidas con la democracia. Yo hice la aportación sobre incluir a las “mujeres periodistas” como uno de los sectores proclives a sufrir este tipo de violencia. Sin embargo al final de toda la chamba, resulta que mágicamente apareció el nombre de la política del PRI cercana al grupo Atlacomulco. Obvio, pedí que sacaran mi nombre del proyecto y no sé si alguien más protestó. Me resultó especialmente patético al recodar aquel incidente en el que 14 mujeres priístas (una ocupa actualmente una cartera en el gabinete de Alfredo del Mazo, por cierto), atacaron públicamente a una de las candidatas en los comicios del 2017, si bien Herrera Anzaldo, no aparece en la foto, no recuerdo que haya hecho alguna expresión a favor o en defensa de la víctima.... y ahora resulta que pretende encabezar un movimiento y dizque es activista. Que penoso. Esperemos que los ciudadanos no se dejen sorprender por estos políticos –sean hombres o mujeres-.

Hasta la próxima