El expediente del “Caso Sinaloa” quedó en el olvido durante varios años. Revivió el 11 de diciembre de 2012, día en que el Departamento de Justicia de Estados Unidos detalló los hechos ante la Corte Federal en Brooklyn, Nueva York.
Como parte de un acuerdo de persecución diferida con el corporativo global de HSBC, los fiscales estadunidenses informaron que el Grupo HSBC México se enteró por correos electrónicos de sus empleados de un “esquema masivo de lavado de dinero” ejecutado por empleados y gerentes de muchas sucursales en Sinaloa.
Aunque se cerraron las cuentas involucradas y los empleados fueron despedidos, las sucursales de HSBC en Sinaloa continuaron aceptando enormes depósitos de dólares en efectivo.
Y el Departamento de Estado mostraba una marcada preocupación por el alto volumen de dólares físicos que se enviaban, incluso en transportes blindados, desde las sucursales de HSBC México a Estados Unidos.
“Una cantidad significativa de los dólares físicos que HSBC México exporta a Estados Unidos vienen de Culiacán, hogar del Cártel de Sinaloa”, destacaban los fiscales del Departamento de Justicia. Y le colocaban cifras al fenómeno: entre 2006 y 2008, HSBC exportó desde Sinaloa más de mil 100 millones de dólares.
Nunca se supo con certeza si la participación de los ejecutivos y gerentes de HSBC en el esquema masivo de lavado era resultado de la corrupción o de amenazas.
Lo cierto es que en marzo de 2008 se hizo una última mención interna al Caso Sinaloa: el área de recursos humanos del banco acordó establecer “un programa de atención a los empleados que por la realización de reportes de actividades sospechosas ven en peligro su integridad física”.
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Elise J. Bean ocupó durante muchos años una posición clave e influyente en el Capitolio de Washington: fue directora y consejera en jefe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos.
En esa calidad condujo durante más de un año la investigación sobre las vulnerabilidades de EU al lavado de dinero y al financiamiento al terrorismo, actividades que encontraron en las sedes del banco HSBC en Estados Unidos y México el vehículo perfecto.
Actualmente directora de la oficina en Washington del Calvin Center de la Wayne State University, Elise J. Bean recuerda con precisión el reporte que ella y su equipo realizaron sobre sus hallazgos en torno al HSBC México.
No desea entrar en detalle, pero acepta responder algunas preguntas enviadas por los reporteros vía correo electrónico.
Evita hacer un juicio sobre el desempeño en particular de Ramón García Gibson, el entonces presidente del CCC, porque asegura que él no es un ciudadano de Estados Unidos ni residente de ese país, “y el trabajo del Congreso es examinar políticas públicas, no perseguir judicialmente a individuos”.
Sin embargo, sí señala que la investigación “detalló muchísimas conductas problemáticas” de sus integrantes.
La cuestionada y explosiva etapa del desempeño profesional de García Gibson llamó inevitablemente la atención de sus pares internacionales expertos en lavado de dinero, quienes no terminan de comprar la idea de que todo se debió a un descuido en el ejercicio de sus responsabilidades.
De hecho, están sorprendidos por el hecho de que no se hayan presentado cargos penales en su contra y que incluso permanezca como una figura influyente en el sector.
Poco después de que el Senado de EU hiciera público su reporte en el que destaca las múltiples fallas en su desempeño, García Gibson fue orador en una conferencia internacional antilavado en la Ciudad de México. Algunos asistentes se sorprendieron de que los organizadores no lo eliminaran de la lista de invitados.
Piensan que García Gibson fue convenientemente descuidado. "No hizo nada (para evitar que el banco fuera usado por los narcos); veía para otro lado”, dice un especialista argentino en lavado de dinero, quien ha coincidido con él en seminarios y conferencias internacionales durante años. “Se te puede ir una, dos, tres, cuatro operaciones, pero no esa cantidad [las que no reportó]”.
Aún más, piensa que “si no terminó en prisión es porque gente jerárquicamente superior sabía”. El caso, a su juicio, es emblemático porque normalmente los narcos usan diferentes bancos. En este caso, dispersaron el dinero dentro del mismo banco, comentó.
Al cierre de la edición, Ramón García Gibson no había respondido a las solicitudes de entrevista ni a un cuestionario de 23 preguntas enviado al correo electrónico que él nos proporcionó.
Lo cierto es que García Gibson remontó ese episodio en el que cárteles de narcotráfico eligieron a HSBC México como su banco preferido para blanquear dinero producto de sus actividades.
Superado ese “incidente”, se convirtió, al menos desde hace casi 15 años, en una de las voces más citadas en México en materia de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo.
Su nombre es conocido en las firmas bancarias más grandes en México y el extranjero, pero también en la academia, el sector empresarial y la función pública nacional.
Con formación en Derecho en las universidades Iberoamericana, Nacional Autónoma de México y de Houston, García Gibson pocas veces aparece en medios. Cuando lo hace, luce atildado: corte de cabello sencillo, oreja descubierta, camisa blanca, dicción serena y el simbolismo de concentración que emite la unión de los pulgares e índices de ambas manos en forma de triángulo.
A su salida de HSBC en 2009, fundó en junio de ese año una consultoría antilavado de dinero que lleva sus apellidos. Con el paso del tiempo, fue invitado a impartir charlas, talleres, seminarios.
Se convirtió entonces en investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), lugar donde desarrolló una propuesta de estrategia nacional para el combate al lavado de dinero e incluso diseñó y puso en marcha una propuesta académica para impartir una especialidad de un año.
Sus alumnos son, en general, agentes de corporaciones públicas, oficiales de Cumplimiento de instituciones bancarias e incluso funcionarios de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Al servicio público se incorporó hace relativamente poco, luego de dejar atrás sus incursiones en HSBC y, antes, en Banamex y Santander, banco al cual defendió de las acusaciones por lavado de dinero hechas por el gobierno de Estados Unidos como parte de la Operación Casablanca.
Según un currículum vitae parcial, obtenido gracias a una petición de acceso a la información hecha por los reporteros al SAT, García Gibson fue nombrado en octubre de 2015 director general de Inspección y Evaluación para la Operación, en la Comisión Nacional de Seguridad.
En el cargo duró un año. Saltó entonces a un área más cercana a sus intereses: de noviembre de 2016 al final del sexenio de Peña Nieto (octubre de 2018) fue coordinador de Investigación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita de la extinta Policía Federal, en ese entonces dirigida por Manelich Castilla.
El cambio de gobierno no le cayó mal. En los primeros meses de 2019 apareció como titular de la Administración Central de Asuntos Jurídicos de Actividades Vulnerables del SAT, un cargo estratégico, ubicado en los círculos más altos de ese organismo.
Según el reglamento interior del SAT, García Gibson tiene al menos unas 15 atribuciones y obligaciones en el combate al lavado de dinero en México.
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-¿Qué piensa del desempeño del comité encargado de prevenir el lavado de dinero en el HSBC México?
Otra vez, Elise J. Bean responde:
-Las decisiones tomadas por el CCC de HSBC en México durante el periodo que examinamos fueron profundamente preocupantes, como lo detallamos en el reporte. El comité no hizo nada para detectar, exhibir, reportar y detener las actividades sospechosas y cerrar las cuentas.
El presidente de ese comité era, justamente, García Gibson.
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Una vez que la actriz Dolores Heredia hizo la introducción al programa, el productor Jesús Ramírez Cuevas dio la indicación de que las cámaras dieran paso a la imagen de un Andrés Manuel López Obrador lleno de enjundia. Y en esta madrugada del 20 de junio de 2007, también de coraje.
Protagonista principal del programa
La verdad sea dicha, una emisión de media hora transmitida a la una de la mañana por las señales de TV Azteca, López Obrador hace en esta ocasión especial énfasis en lo que considera una represalia más del sistema político corrupto, del viejo régimen, en su contra.
Informa a quienes siguen el programa: el banco HSBC le acaba de enviar una carta en la que le comunica de manera tajante que procederá a cancelar las dos cuentas de Honestidad Valiente (las números “4038497855 y 40387848, así como cualquier otro contrato de depósito”) que se usan para recaudar fondos de simpatizantes del "gobierno legítimo de México”.
Felipe Calderón Hinojosa (“el pelele y espurio”) gobierna desde hace medio año, en medio de un ambiente político crispado que cuestiona la legitimidad de su gobierno.
Han sido muchos agravios en su contra, dice López Obrador en el minuto 20:26, y señala uno más. “Somos la principal fuerza política del país porque somos millones, porque estamos defendiendo ideales”. Sin embargo, “no tenemos espacio en los medios de comunicación”, se queja ante las cámaras dirigidas por el cineasta Luis Mandoki.
Para acabarla, “nos acaba de llegar una carta del banco HSBC en donde nos cancela nuestra cuenta”. Unas 11 mil 238 personas habían depositado, de manera voluntaria, 15 millones 871 mil pesos del 3 de noviembre de 2006 al 8 de junio del 2007.
López Obrador aclara que las aportaciones fueron hechas por miles de personas, en cantidades pequeñas, con las que se financian los gastos y las giras que realiza por el país.
“Ahora resulta que el banco (sale) con esta carta, diciendo que por convenir así a sus intereses nos cancela la cuenta”, dice y da a conocer el saldo que tenía: 6 mil 140 pesos.
En el banco HSBC, embiste López Obrador, “no nos ven con buenos ojos” por denunciar que bajo su anterior denominación, Bital, fue “rescatado con dinero de todo nuestro pueblo, con dinero del presupuesto público; nos costó rescatar este banco alrededor de 100 mil millones de pesos”.
Y ahora --López Obrador se aventura a hacer un par de señalamientos--, “seguramente recibiendo presiones del inefable director del Banco de México, Guillermo Ortiz, o del secretario de Hacienda del gobierno usurpador (Agustín Carstens), nos cancelan nuestra cuenta”.
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Doce años de distancia y meses de jaloneo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para obtener el expediente de las multas e irregularidades cometidas por HSBC permiten saber que el presidente López Obrador
estaba equivocado.
Ni Guillermo Ortiz ni Agustín Carstens presionaron para cancelar las cuentas bancarias de Honestidad Valiente.
Se trató de una iniciativa de Ramón García Gibson, entonces presidente del CCC de HSBC, hoy un alto funcionario de su gobierno, el de la 4T.
*Esta es una investigación de Ignacio Rodríguez Reyna, Zorayda Gallegos y Silber Meza para Quinto Elemento Lab y CONNECTAS, con el apoyo del ICFJ, en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación de las Américas.