La ignorancia de la ley, no hace constitución

Almoloya de Juárez, Estado de México, 28 de julio de 2021.- Para lograr que el ejercicio de la política sea eficiente debería seguir los principios de la creación artística, donde el conocimiento amplio del espíritu primordial del tema a tratar; la actualización de los valores universales de acuerdo a la época en la que vive el creador y la maestría en el dominio de la técnica son algunos de los factores ineludibles que conjugados seguramente darán un producto artístico capaz de trascender el tamiz del tiempo, prueba máxima que cualquier propuesta artística debe superar para ser un ícono representativo de su propia época.

Y se menciona todo esto a propósito de las reiteradas afirmaciones que los políticos de hoy en día repiten hasta el cansancio, “estamos haciendo historia…”; “vamos a pasar a la historia…” “esta Legislatura pasará a la historia… como la de la paridad de género…” y toda una retahíla de autoelogios que para quien conoce la evolución de la historia de la humanidad y sobre todo, el desarrollo de la historia del arte, resulta risible y en ocasiones, hasta ridícula cuando se extrapola a la actitud de, por ejemplo, Ludwig van Beethoven cuando concibió su novena sinfonía o Miguel Ángel Buonarroti al contemplar concluida la Bóveda de la Capilla Sixtina.

Y en este afán de pasar a la historia, nuestros políticos mexiquenses se han dado a la tarea de construir escenarios de hechos ya pasados y por lo tanto probados como trascendentes, ejemplo de ello es la creación de una Comisión Especial para el análisis, el estudio y la reforma constitucional y legal, que quién sabe por qué nos recuerda al Congreso Constituyente de 1917, de donde surgió la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que hoy nos rige y que estos políticos “transformadores” no se han dignado a respetar como ley vigente, bajo el argumento de que representa a “un viejo régimen”.

Otro caso lo encontramos en la “reforma constitucional agraria” que la Legislatura local remitió al Congreso de la Unión para reformar los artículos 1, 2, 3, 4 y 27 de la Constitución, cuyo contenido nos remite al escenario de Reforma Agraria implementada por el general Lázaro Cárdenas (1895-1970), ya que en el cuerpo de la iniciativa se propone que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) constituya un Banco de Tierras y que todo lo que se considere excedente de la tierra que resulte de la reducción de la supuesta pequeña propiedad, se reparta entre los jornaleros campesinos afectados por la “reforma constitucional neoliberal de 1992”.

En estos dos casos existe “el propósito” que es “pasar a la historia” pero carecen del estudio sobre el proceso de transición, porque a la sociedad no se le puede cambiar el chip por decreto, como tampoco por cierto, se puede sacar una clase media de la manga porque la actual no le agrada al gobernante, de ahí que en claro solo está, que se busca reproducir hechos que son íconos históricos en nuestro país, para que los actores del presente únicamente repitan un papel, ya sea como constituyentes o como la personificación de Cárdenas repartiendo tierras.

Para ilustrar más la triste situación de nuestros políticos habrá que recordar a cierto pintor que hace 20 años en Toluca pintaba sus obras utilizando la técnica y temática desarrollada en Nueva York en la década de los 50; creía que era vanguardista porque pintaba como los neoyorkinos y pensaba, así como nuestros políticos, que iba a trascender, ¡se sentía audaz! y “tocado por los dioses” porque no hubo quien le explicara lo vacío de su mensaje divorciado de su tiempo y de su realidad.

En muchas ocasiones la gente se pregunta dónde está el valor artístico de un objeto, éste está principalmente en el contenido. Sin importar cuál sea su lenguaje (música, literatura, plástica, etc.) el objeto debe contener la esencia de su tiempo, del lugar de creación y el mensaje innovador sobre el valor universal de la humanidad.

Si bien no se puede saber qué actos humanos superarán el tamiz del tiempo, es posible intuir que aquellos que cumplen con reflejar su época tendrán más posibilidades de convertirse en íconos, en el caso que nos ocupa las políticas que se pretenden impulsar están divorciadas del concepto de mundo globalizado que el mexicano concibe.

Aunado a la baja productividad que tiene la Legislatura porque de acuerdo a la estadística oficial en tres años se trabajaron 375 iniciativas de las mil 393 recibidas y hubo capacidad para expedir únicamente 23 leyes donde brillan por su ausencia la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma del Estado de México; la Ley del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios; la de los Matrimonios Igualitarios y otras que no vieron la luz por la incapacidad política para construir el consenso.

De acuerdo a la demanda los diputados locales tienen una productividad de 26.92%, por lo que surge una pregunta, ¿Por qué únicamente se remiten a comisiones las leyes que ya cuentan con un consenso construido en la Junta de Coordinación Política? La Legislatura está integrada por 75 diputados, todos con igualdad de voz y voto, sin embargo las iniciativas se desechan en la Junta de Coordinación Política y no en las comisiones o en el pleno. Hoy en día es suficiente que cuente con el voto ponderado de la Jucopo, para que sea aprobada en el pleno por quienes de facto terminan siendo floreros.

Nuestros políticos requieren cultivar su intelecto y bajarse del pedestal desde donde pretenden ser vistos por la historia para trabajar como ellos mismos dicen, para que “nunca un interés por legítimo que sea pueda estar por encima del interés del pueblo del Estado de México” lo cual implicaría que no trabajaran para su partido, para otro Poder o ámbito de gobierno porque la sociedad a la que aspiran representar, es pluricultural, ideológicamente diversa y no puede ser medida con un único patrón.