Se trata de una visita histórica, considerando que es la primera que realiza el Comité a un Estado parte de la Convención desde que entró en vigor hace poco más de una década.
Hasta el día de ayer la cifra de personas desaparecidas era de 85 mil 56 personas que han sido desaparecidas tanto por agentes del Estado como por particulares, así como 9 mil 457 personas que continúan en calidad de no localizadas. El problema de las desapariciones en México se remonta, sin embargo, al año de 1964, al inicio del periodo de contrainsurgencia o de “guerra sucia” que emprendió el Estado en contra de toda disidencia política, pero se convirtió en sistemática y masiva tras el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico”, a partir de 2006. Corresponden al actual sexenio una tercera parte de las desapariciones y casi la mitad de las personas no localizadas.
La impunidad es lo que predomina en este tema, ya que a la fecha,
sólo 35 personas han sido sentenciadas por el delito de desaparición. A la par, el país enfrenta una crisis forense que se refleja en los más de
52 mil cuerpos no identificados en los anfiteatros y en el hallazgo de más de 4 mil fosas clandestinas.
Además, México es el segundo país —sólo después de Iraq— con más “acciones urgentes” en el mundo por desaparición de personas, un mecanismo humanitario que se activa cuando ocurre una desaparición y que consiste en pedir información al Estado, de manera inmediata, para conocer qué se ha hecho en la búsqueda de personas desaparecidas. A México corresponden 424 de las mil 13 emitidas por el CED desde 2012.
Ante este panorama, el Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos —conformado por 70 colectivos de 22 estados y tres países de Centroamérica— hizo un llamado a las autoridades mexicanas para cooperar “sin restricciones y desde el más alto nivel político de todas las instituciones del Estado que sean requeridas” por el Comité.
“Llamamos al gobierno a asumir compromisos claros y precisos, y a cumplir de buena voluntad todas las recomendaciones que el CED emita”, dijo en un comunicado que vino acompañado de
un informe que da cuenta de la situación que prevalece en México respecto de la desaparición de personas, y que pone especial énfasis en temas como la desaparición de migrantes en el territorio mexicano, el desmantelamiento de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) o la participación activa de las víctimas en la formulación de la política pública.
Una visita postergada
México ya había sido evaluado en 2015 por el Comité de manera remota; ejercicio al cual se le dio seguimiento en 2018.
“La información recibida por el Comité (por las autoridades mexicanas) ilustra un contexto de desapariciones generalizadas en gran parte del territorio del Estado parte, muchas de las cuales podrían calificarse como desapariciones forzadas”, se lee en las observaciones finales de esa primera evaluación, en donde tomaba como referencia el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa para ilustrar “los serios desafíos que enfrenta el Estado parte” en materia de prevención, investigación y sanción de las desapariciones y búsqueda de personas.
Sin embargo, fue hasta agosto de 2019 que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador
se comprometió a invitar al Comité para realizar una visita a nuestro país, la cual se formalizó dos años más tarde.
Tal había sido la renuencia al escrutinio público en materia de desaparición que, hasta octubre de 2020 —previa aprobación del Senado—, que el Estado mexicano finalmente aceptó la competencia del Comité para recibir y examinar comunicaciones individuales, es decir, casos presentados por familiares de personas desaparecidas. Por ejemplo, la organización IDHEAS Litigio Estratégico de Derechos Humanos informó, el pasado 28 de julio, sobre la presentación de la
primera denuncia ante el CED en representación de un joven que fue víctima de desaparición forzada.
Más que revisar casos, identificar tendencias
De acuerdo con la presidenta del CED, Carmen Rosa Villa-Quintana, el grupo de expertos y expertas no sólo recogerá información relevante sobre las acciones que el gobierno lleva a cabo para investigar y prevenir las desapariciones, o para localizar a las personas desaparecidas, sino que participará tanto en las exhumaciones realizadas por autoridades como por las propias víctimas; esto “para conocer los obstáculos, los avances y aquello que, desde nuestra perspectiva, pueda contribuir a superar esta situación (la desaparición de personas)”.
También visitarán las cárceles federales y estatales para confirmar que, en el marco del artículo 17 y 18 de la Convención Internacional, no existan irregularidades en los registros de detención y que ninguna persona sea privada de la libertad de manera ilegal.
Aunque el Comité no se pronunciará sobre casos específicos o sobre comunicaciones individuales —que pueden enviarse en cualquier momento, con o sin visita—, sí lo hará de forma general respecto a las experiencias compartidas entre familiares y otros actores interesados y así empujar sus demandas, como la falta de armonización de la Ley General en Materia de Desaparición en algunos estados, o que la Fiscalía General de la República (FGR) ejerza sus facultades de atracción de casos estatales y emblemáticos que siguen sin ser resueltos.
Es decir, se trata de identificar tendencias estructurales que puedan ser convertidas en recomendaciones —en su informe final—, y que a su vez, estas recomendaciones puedan ser empleadas por las familias para presionar a las autoridades en la dirección que crean conveniente.