Hasta hace 79 años aproximadamente México no había vivido un momento tan vibrante por parte de su población como el que vimos desde el sismo del 7 de septiembre, pero especialmente el del 19, cuando surgieron cientos de miles de voluntarios que no dudaron en ayudar de múltiples maneras al grado que los centros de acopio estaban al tope; las innumerables brigadas recorrían las calles con comida caliente; ejércitos de rescatistas trabajaron hasta el desmayo; brigadas limpiaban calles y se saturaban las carreteras de caravanas de voluntarios.

Esto no se había visto desde 1938 en que Lázaro Cárdenas emitiera su memorable mensaje a la nación en el que anunciara la nacionalización de la industria petrolera: pobladores de todas las clases se volcaron a cooperar con toda clase de pertenencias, desde dinero en efectivo y joyas, hasta animales de corral como borregos y pollos: el objetivo era recuperar para los mexicanos este recurso estratégico que hasta la fecha codician los herederos de las empresas extranjeras en su momento se vieron “afectadas”.

Si, seguramente en este momento se ha de cuestionar que esos dos momentos tienen un elemento que los hace diametralmente diferentes: el presidente en turno. Todo iba bien hasta este punto.

Enrique Peña, el presidente con el más bajo porcentaje de popularidad de la historia le tocó enfrentar estas contingencias y lo hizo –y hace- mal. Pero no solo él, prácticamente toda la clase política del país. Concentrémonos en los que están en funciones. Ninguno de los gobernadores tampoco supo reaccionar y en el caso de el de Morelos, Graco Ramírez, prácticamente criminal por querer acaparar los apoyos ciudadanos y que afortunadamente se denunció en redes sociales.

En nuestro territorio mexiquense, recién llegado al cargo de gobernador, Alfredo del Mazo Masa tampoco supo reaccionar y en lugar de estar en las zonas afectadas desde el primer minuto, se concentró en la comodidad del C-5 con su equipo y tardaron más de un día en salir a ensuciarse los zapatos y presenciar lo ocurrido. Para ese momento la respuesta social ya lo había rebasado.

Pero por el momento dejemos a un lado la falta de oficio de nuestras autoridades ya que comentábamos algo mucho más importante: la respuesta del pueblo mexicano ante una catástrofe, y eso, es de aplaudirse, analizarse y replicarse para futuras contingencias.

Ese martes 19 de septiembre por la mañana muchos conmemoraban y comentaban la solidaridad que afloró en 1985 y sin saberlo, horas más tarde lo revivirían. La epopeya de ese día se hilaba con la experiencia insólita de cada persona -que tal vez nunca imaginaron-.

La generación que se creía la peor de todas por su apatía y egoísmo, los denominados “milenials”, sorprendieron al ser de los principales promotores de la ayuda: apoyados en el internet ubicaron y resolvieron rápidamente qué hacer. Fue muy alentador ver a estos jóvenes, hombres y mujeres, delgados –flacos- en su mayoría, cargar grandes bloques de piedra, adobes y tabiques para salvar vidas.

En 1938 los documentalistas de la época dieron cuenta de lo sucedido en la plancha del Zócalo de la capital a donde la gente llevó sus aportaciones para juntar la indemnización a las empresas extranjeras. Un acto patriótico sin duda alguna.

Es muy recomendable revivir de viva voz del presidente Lázaro Cárdenas del Río el mensaje que en cadena nacional dio a los mexicanos. Cada segundo de sus poco más de 16 minutos es vibrante, elocuente, inspirativo y magnífico en su suma; consiguió conjuntar las voluntades de un pueblo poco letrado y que sólo entendía que estas compañías eran nocivas para el país.

Todos bajo una misma causa.

Continuará…

Llanto
¿Qué clase de entraña tendrán esos malos mexicanos que tratan de aprovecharse de la tragedia?

Alegría
Cultivó las letras y con ellas será recordado; también cultivó buenas amistades y gratos momentos y lo recordaremos con agrado. Pródigo, polifacético y dueño de una gran cultura, Eliseo Lugo Plata deja un vacío en el gremio periodístico mexiquense que va a ser muy difícil de llenar, lo cual es lamentable porque el periodismo carece de buenos maestros. Nos vemos amigo.

Charada
¿A quién creen que pensaban engañar el presidente Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y sus hijas cargando cajas vacías?. Cuando a la aristocracia no le importa el pueblo pueden protagonizar grandes ridículos.