Habiendo ocurrido el sismo del 19 de septiembre, uno de los eventos que más fueron cubiertos por los medios de comunicación, quizá por lo sensible de las jóvenes vidas que se perdieron, fue el colapso del colegio Enrique Rébsamen, en la delegación Tlalpan de la capital del país.

26 personas: 19 niños y 7 adultos, terminaron bajo los escombros, sin importar los esfuerzos de los rescatistas. Estamos hablando de un colegio muy cubierto por los medios de comunicación, principalmente Televisa, que, por un error de un brigadista que medio creyó haber escuchado algo de una supuesta niña llamada Frida Sofía, desatando un efecto de teléfono descompuesto, perdió la de por sí escasa credibilidad que tenía.

Pero aún así siguieron teniendo sus exclusivas con esa escuela particular. Cuando cayó la escuela, se puso al descubierto que había una serie de irregularidades con el colegio, principalmente relacionados al uso de suelo.

En esta misma página pueden encontrar un Fact Checking que realicé al respecto de las declaraciones de Meyer Klip Gervitz, titular del Invea, respecto a por qué no clausuró la escuela cuando aún existía. Mientras más investigaba el trasfondo de esa declaración en particular, más me metía en un embrollo. Ni siquiera documenté en esa investigación la totalidad de las acusaciones que se lanzaban cuanto funcionario se relacionaba. Era como desenmarañar un kilómetro del hilo más fino hecho bola, y terminaría desviándome del objetivo principal.

La SEP, el Invea, Claudia Sheinbaum, la PGR, la SEDUVI, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la Ciudad de México, todos ellos decían “a mí no me tocaba eso”, “según yo todo estaba en regla”, “no se podía hacer nada porque se habían amparado los abogados de la escuela”. Excusas y deslindes.

En lo que todos parecen estar de acuerdo, es que el colegio Rébsamen hizo trampa en sus documentos de uso de suelo. Se supone que estaba registrado con un uso habitacional.

Quizá de haber sido más pronta y expedita (como se supone debe ser) la justicia en México, la escuela hubiese cerrado y la tragedia hubiese sido diferente. Quizá esos 19 niños seguirían con vida.

Ya la SEP revocó el permiso del Colegio, y la reputación de su directora, Mónica García Villegas, está en el drenaje, principalmente por las noticias de que lo primero que fue a rescatar del colegio fueron sus pertenencias y objetos de valor, y peor aún, el seguir exigiendo colegiatura a los padres de familia pese a la magnitud de la tragedia y pese a que no existe la escuela ya. Esa clase de “persona” estaba a cargo de una institución.

Muerto el niño, a cerrar la escuela.

Mi pregunta es, ¿cuántos colegios Rébsamen habrá en el país? ¿Cuántas escuelas operarán al margen de la ilegalidad? ¿Cuántas tendrán tal equipo de abogados para sobornar a las instituciones para seguir operando en medio del fraude? ¿Cuántos padres son conscientes de ello? Si lo son ¿son conscientes que forman parte de esa cadena de corrupción que tiene clímax culminante en el gobierno?

Esta tuvo la suerte (buena o mala, usted decidirá, querido lector) de que el sismo sacudiese su podredumbre y corrupción y saliese a la luz su fraude. Pero hay más escuelas en el país, y puedo apostar que con crímenes peores.

¿Realmente se necesita una tragedia como el sismo para que las autoridades hagan por lo que se supone se les paga?