Enterrar a integrantes de grupos guerrilleros en calidad de desconocidos, como las víctimas de la masacre de Nepantla ocurrida hace 50 años, fue una práctica del Estado durante la “guerra sucia”; hoy día, las fallas en el registro de la información y la descoordinación entre instancias gubernamentales provocan que personas con identidad, reportadas como desaparecidas, terminen cada semana en fosas comunes como la del Panteón Civil de Dolores. Existe una metodología que comenzó a devolver identidades; su creador ha sido despedido de la Comisión Nacional de Búsqueda